Los cambios y las nuevas tecnologías suceden cada vez a mayor velocidad y cada cambio produce más aceleración.
La Primera Revolución Industrial, la que asociamos a la máquina de vapor y el desarrollo del ferrocarril (1760-1840), y con epicentro en Inglaterra, tardó 120 años en llegar a todo el mundo; ahora los cambios son globales y inmediatos.
Después de la Segunda Revolución Industrial (siglos XIX y principios del XX) fue posible por la llegada de la electricidad y la cadena de montaje.
La tercera, comienza en la década de 1960 y la conocemos como la revolución informática posible para el desarrollo de los semiconductores, el desarrollo de ordenadores personales (70s-80s) y, finalmente, la llegada de Internet en la década de los 90s.
Desde la aparición de las nuevas tecnologías digitales podemos hablar de una Cuarta Revolución Industrial más amplia, profunda y sistémica que las anteriores, como señala Klaus Schwab, director y fundador del Foro de Davos.
Nuevos modelos de negocio
Surgen nuevos modelos de negocio, como la economía colaborativa. Pensemos, por ejemplo, en Uber, que permite al propietario de un vehículo poner a disposición de un tercero los asientos que no utiliza, que crean nuevas oportunidades, nuevos trabajos, nuevas fuentes de ingreso, y una mejor eficiencia.
Por una parte, el propietario del vehículo saca un rendimiento extra a su activo, por el otro, el usuario se beneficia de un mercado más competitivo y con mejor servicio y precio.
Uber solo es una nube de datos, la plataforma que facilita el intercambio posibilitando el intercambio entre oferta y demanda.
Lo mismo es aplicable a Airbnb, Alibaba, Amazon y otras empresas disruptivas que, en poco tiempo, están cambiando la fisonomía de la estructura económica y generando nuevas formas de hacer, trabajar, relacionarse, entretenerse o informarse.
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