Redacción Gestión

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(Bloomberg) Si uno piensa que los robots se van a quedar con todos los trabajos, ser dueño de uno de los mayores fabricantes de robots del mundo parece una jugada estratégica inteligente.

De modo que la oferta del grupo chino de electrodomésticos de consumo Midea por una participación probablemente mayoritaria en la alemana Kuka es lógica, aun cuando la prima de 60 por ciento sea insólita para los parámetros usuales de las tomas de empresas.

Cuatro compañías –Kuka de Alemania, ABB de Suiza y Fanuc y Yaskawa Electric de Japón- dominan el mercado de los robots industriales. Si uno busca un grupo de robótica experimentado con alcance mundial y tecnología de primer nivel, no hay muchas opciones. La división de robots de ABB es una parte central de ese conglomerado suizo mientras que Fanuc es famosa por su independencia y secretismo (si no, pregúntenle al activista Dan Loeb).

Que Midea quiera tener una participación es comprensible. La empresa necesita diversificarse en momentos en que el crecimiento se desacelera y la competencia se intensifica en el mercado chino de electrodomésticos. Su participación en ese mercado es de 17,1 por ciento, más del doble del 7,9 por ciento de Haier, según Euromonitor. Sin embargo, las ventas de acondicionadores de aire, el producto principal de Midea, se están frenando en tanto la penetración del mercado de electrodomésticos está llegando a la saturación en todo el país.

Incrementar la exposición a la robótica tiene sentido, ya que se prevé que los crecientes costos de mano de obra de China impulsarán un importante aumento de la automatización de las fábricas. Actualmente China tiene una producción industrial mucho menos automatizada que economías más desarrolladas como Corea del Sur y Alemania.

Las ventas chinas de robots crecieron 16 por ciento el año pasado, según la Federación Internacional de la Robótica, que pronostica que para 2018 el país producirá más de un tercio de los robots industriales instalados en el mundo.

Con lo cual queda claro el sentido estratégico de la compra de Kuka. Pero aun así se impone la pregunta: ¿Por qué Silicon Valley se quedó atrás? La oferta de Midea valúa el capital accionario de Kuka en 4.500 millones de euros (US$5.000 millones), moneditas para empresas del tamaño de Google, Apple o Amazon. Y, sí, el sobreprecio impresionante seguramente tiene el propósito de alejar a cualquier inversor al rescate que pueda aparecer, pero –así como para China-, para los colosos tecnológicos estadounidenses no rigen las limitaciones usuales del financiamiento empresario.

Se ha hablado mucho de la robótica pero fuera de la inteligente adquisición de Kiva, que fabrica los robots que serpentean por los centros de logística de Amazon, no se han visto muchas acciones fructíferas. En marzo, Google se batió parcialmente en retirada al poner en venta su división Boston Dynamics.

Obviamente, Estados Unidos es el rey supremo en software, algo cada vez más fundamental para el éxito de la robótica. Pero, si uno quiere ser el amo del futuro, tiene que casar esa experiencia con un hardware inteligente. Y es allí donde se destaca Kuka.

La compañía alemana se ha expandido desde los robots para automotrices de sus orígenes a otros sectores como la electrónica y las aplicaciones médicas. Está incursionando en la llamada "internet de las cosas" al fabricar máquinas más fáciles de programar. Su modelo liviano llamado iiwa es una maravilla tecnológica que puede trabajar codo a codo con los seres humanos sin una jaula de seguridad.

Si uno hubiese comprado una acción de Kuka a comienzos de 2010 y reinvertido los dividendos hasta mediados de agosto, cuando Midea adquirió una participación por primera vez, habría obtenido un retorno de 540 por ciento. Prueba de que quizás el CEO de Kuka, el ex banquero Till Reuter, ha dado con algo gordo.

¿Y entonces por qué la falta de interés de Silicon valley? Un obstáculo sin duda fue la estructura de accionistas de Kuka. Voith, grupo alemán de ingeniería, posee una participación del 25 por ciento y el empresario Friedhelm Loh, un 8,5 por ciento. A las tecnológicas estadounidenses no les gusta compartir, aunque Midea parece bastante contenta de tener a bordo a otros accionistas.

Con todo, si Voith y Loh eventualmente deciden que hasta aquí llegaron, Midea se habrá quedado con una joya de la industria alemana. Cuando los robots se hayan hecho cargo de todo dentro de unas décadas, seguramente no estaremos hablando del precio de compra.

Esta columna no necesariamente refleja la opinión de Blomberg LP y sus dueños.

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