Victor Gobitz

Víctor Gobitz, tiene claro que el repunte de los precios de los metales pinta un panorama alentador para la industria el próximo año e identificó al menos cuatro grandes olas de inversiones en el país a raíz de esto.

Una primera, dijo, se va a dar en las minas actuales que van a invertir no necesariamente para crecer en producción, sino más bien para ganar eficiencia y reservas. “Esa es una inversión importante porque mueve al sector y mueve además a la industria del país”, aseguró.
La otra ola estará enfocada en las ampliaciones de las operaciones ya existentes, que tienen menor riesgo en temas sociales y que ya cuentan con permisos.

Gobitz dijo que el próximo año ya deberían avizorarse inversiones en proyectos greenfield, como Corani, Mina Justa, y probablemente Quellaveco y una cuarta ola se podría dar en proyectos de gran dimensión, que aún están en etapa de exploración y que requerirán más años para que maduren, como es el caso de Michiquillay.

“Creo que esta mejora de precios, siendo el Perú, un país minero nos pone en un buen escenario. Primero, en las operaciones actuales van a haber empresas que van a invertir en más exploraciones para ganar reservas, van a invertir en mejorar su infraestructura, para lograr más competitividad y van a aprovechar para mejorar sus costos y van a haber empresas mineras que van a aprovechar este escenario para poder crecer. Esas dos inversiones son muy importantes, no hay que perderlas de vista porque al final influyen en el empleo y en el crecimiento y producción”, dijo.

El ejecutivo hizo hincapié en que era necesario para aprovechar esa inyección de inversiones y mejorar la competitividad del sector, revisar “la maraña burocrática en permisología y en trámites” que se ha instalado en el país y contar con un marco legal claro que permita a las empresas contar con reglas claras de juego.

El también presidente del Instituto de Ingenieros de Minas del Perú dijo además que es importante tener en cuenta que los proyectos de cobre son casi dos tercios del portafolio de inversiones de 50 mil millones de dólares y que su importancia no solo es por su dimensión, sino por su permanencia en el tiempo.

“En términos fiscales, para un país como el nuestro, tienen un tremendo impacto tener esa mirada larga de proyección fiscal que dan los proyectos de cobre”, dijo.

Gobitz sugirió que las empresas mineras deben empezar a mirar y diseñar sus proyectos buscando sinergias con otros y no verlos de forma aislada, porque eso ya es una tendencia en la industria y les ayudaría a que sus huellas ambientales sean más pequeñas y a que realicen inversiones iniciales menores.

Estado más pequeño
De otro lado, el ejecutivo expresó su preocupación ante el creciente número de entidades que ahora regulan al sector y que dan una opinión “y no necesariamente son opiniones conscientes y conocedoras, y eso atrasa por falta de conocimiento”.

También recordó que la industria minera se desarrolla en las zonas altoandinas, donde por lo general los terrenos superficiales pertenecen a comunidades campesinas y que muchas veces las empresas no cuentan con un marco legal claro que respalde sus actividades.

“Debemos trabajar fuerte para que se entienda que estas inversiones de la industria minera, que son significativas en número y en impacto en décadas, como en el caso de cobre que también se ha mencionado, no solo es ganancia para el inversor, es ganancia para el país. Esa falta de entendimiento atrasa”, dijo.

Gobitz consideró que uno de los desafíos que tiene el Perú como país es la institucionalidad, la misma que aún debe madurar. Destacó el caso de algunas regiones como Moquegua, Arequipa, Pasco e Ica, en las que dijo que ve un avance importante en madurez política que hace que cuenten con planes de desarrollo y reconozcan a la industria minera como un sector clave. “Lamentablemente eso no sucede con otras regiones como Cajamarca, donde se ha instalado una mirada totalmente anti-sistema”, sostuvo.

El ejecutivo dijo que era necesario tener un Estado más pequeño, pero mucho más eficiente, lo que ayudaría a reducir la tramitología y los plazos para sacar adelante proyectos y beneficiaría a todos en general.
“Si queremos tener un país ágil con objetivo de reducir la pobreza y hacerlo con crecimiento vía inversión, que no va a parar, tenemos que pensarlo distinto”, afirmó.

“Claramente el error que cometemos es fragmentar la administración (pública). Cuando creamos más ministerios o cuando creamos más instituciones que no generen sinergias transversales del país, estamos jugando en contra de la competitividad”, aseveró.