Redacción Gestión

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La realidad del mar peruano es la variabilidad", nos afirma Hugo Vernal, CEO de Inversiones Prisco (iPrisco), la división de pesca del grupo EW. Cuando el mar está turbulento e impredecible, muchas embarcaciones naufragan y solo las más hábiles quedan para ver el éxito de su empresa. Es así que, apostando por la costa peruana, iPrisco se embarcó en suplir el mercado del consumo humano directo, aun estando el mar en su contra.

El año pasado, las exportaciones de la empresa crecieron 8%; mientras que las del sector cayeron 18.26%. Este resultado se debe al avance en la producción de sus dos nuevas plantas multipropósito en Sechura y Paracas, que le permite diversificar la producción y estar siempre preparado para recibir cualquier producto del mar de Grau. No obstante, pese al buen resultado, el fenómeno El Niño no permitió explotar el recurso en su totalidad. "Hubiéramos crecido como US$ 65 millones, pero solo hemos crecido US$ 40 millones", nos detalla Vernal.

El Perú es un país eminentemente harinero. Se queman cinco millones de toneladas de pescado anuales; mientras que para el consumo humano no se necesitan ni 300 mil. Sin embargo, iPrisco no se da abasto e incluso tienen que importar materias primas para cumplir con su producción.

"El Estado no nos asegura ni la mínima cuota posible, somos la única industria que depende de la pesca artesanal, no tenemos otras embarcaciones", nos explica Vernal.

Aun así apostaron por producir tanto congelados, conservas, semiconservas y platos ready-to-eat de productos marinos que son exportados casi en su totalidad. "Nosotros lo que queríamos era hacer una escala afuera para poder atender adentro, pero es difícil por los sobrecostos que se pagan en este país".

Aunque el mercado parezca un maretazo ahora, Vernal espera producir entre US$ 60 millones a US$ 70 millones. En esta misma línea, se proyecta como meta para el bicentenario facturar US$ 150 millones.

Por Emilio López de Romaña Rivera

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