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A medida que se acerca la posibilidad de una vacuna ampliamente distribuida (la semana pasada AstraZeneca y la Universidad de Oxford anunciaron los resultados de su inyección), los ejecutivos e inversores están desviando su atención de la lucha inmediata contra la pandemia para mirar, en cambio, el competitivo panorama a largo plazo.
¿Quién ganó y quién perdió? Al igual que los virus, las recesiones suelen venir primero para los más débiles. Las empresas con balances enfermizos o márgenes frágiles sucumben rápidamente. A medida que las prometedoras startups se convierten en abatidos cierres de negocio, a menudo son las empresas tradicionales las que tienen los recursos para aguantar.
Sin embargo, la recesión del COVID-19 ha sido más aguda de lo normal y más complicada. Se espera que la economía mundial se contraiga más de 4% este año, la recesión más profunda desde la Segunda Guerra Mundial, y todavía existe el riesgo de una recesión doble. Los rescates, los estímulos de bancos centrales y la tolerancia por parte de bancos y arrendadores han ralentizado el proceso de destrucción creativa y reducido el número de incumplimientos. El distanciamiento social está devastando algunas industrias mientras impulsa otras, en tanto las personas encuentran nuevas formas de hacer cosas viejas.
Como resultado, el patrón normal en el que las empresas poderosas ganan más influencia es menos enfático de lo que cabría esperar, hasta ahora. Los inversores están luchando por adaptarse a una perspectiva tan inusual. En parte, esta es la razón por la que, aunque anticipadas, las noticias sobre vacunas en las últimas semanas han provocado cambios en los mercados financieros, mientras los administradores de fondos apuestan más por empresas que temían tocar hace unas semanas.
Entonces, ¿cuál es una buena forma de evaluar a los ganadores y perdedores? En muchos negocios, las empresas tradicionales permanecerán en la cima, porque toda su industria ha demostrado ser inmune a las disrupciones en línea. En otros casos, las firmas tradicionales ganarán, pero porque han dominado las nuevas innovaciones digitales. Por último, en algunas partes de la economía donde el cambio tecnológico parece haberse acelerado, los nuevos participantes se encargan de darle marcha.
La música en vivo es una industria que la pandemia ha desconectado por completo. Con la prohibición de conciertos y festivales, Live Nation, el mayor organizador de conciertos, ha visto caer sus ventas en un 95% en comparación con el año anterior. Sin embargo, sin una forma de replicar un ‘pogo’ en línea, la industria no ve una ‘disrupción’ mientras está en la congeladora. Como sugiere el elevado precio de las acciones de Live Nation, puede permitirse esperar hasta que la vida vuelva a la normalidad.
Muchas otras industrias, como los viajes aéreos, no pueden moverse en línea. Este año causará graves daños a los balances de las aerolíneas: su deuda total ha alcanzado el medio billón de dólares. (British Airways está vendiendo literalmente la vajilla para apuntalar sus finanzas: media docena de tazas de té de primera clase pueden ser suyas por poco más de US$ 30). Pero aquellos que sobrevivan encontrarán los cielos menos concurridos.
En otros lugares ha habido más disrupción digital, pero son las compañías tradicionales las que se han beneficiada. La publicidad ha cambiado aún más en línea, donde gobierna el duopolio de Facebook y Google. Asimismo, gran parte del trabajo de oficina se ha trasladado al hogar, lo que ha provocado edificios de oficinas vacíos y fotocopiadoras abandonadas. El resultado de esta disrupción es que las personas dependen más que nunca de las grandes empresas tecnológicas que brindan servicios en la nube. Aunque la pandemia provocará un cambio permanente en todas esas industrias, los nombres dominantes en cada una le resultarán familiares.
Sin embargo, existe un tercer grupo de industrias que se han visto afectadas de manera que amenazan a las firmas tradicionales. El deporte en vivo ha continuado más o menos durante la pandemia, en tanto los equipos han encontrado formas de hacer pruebas COVID o poner en cuarentena a los jugadores. Pero la ausencia de multitudes ha contribuido a una caída en la audiencia televisiva, el motor financiero de la industria del deporte.
En cambio, la gente está buscando con más frecuencia videos de los mejores momentos de los partidos, sitios de apuestas y otras formas interactivas de disfrutar del deporte en aplicaciones sociales, lo que amenaza a las empresas de televisión por cable. En catering, un creciente apetito por servicios de entrega como DoorDash, cuyos ingresos este año se han más que triplicado, apunta a un futuro en el que comer en casa se vuelve más común. Los minoristas de alimentos y los restaurantes tendrán que adaptarse, o verán mermados sus beneficios.
¿Y cuál es el panorama de la economía en su conjunto? Si nos fijamos en el mercado de valores de Estados Unidos, las acciones de las empresas más grandes por ventas han tenido un rendimiento superior este año, pero solo en 33 de 59 industrias, y por un margen medio de solo dos puntos porcentuales. En muchas áreas, la batalla por la supremacía aún continúa. Por lo tanto, en el comercio electrónico, las ventas de Amazon han aumentado, pero se enfrenta a una renovada competencia frente a las operaciones en línea de Walmart y Shopify, un advenedizo digital.
El COVID-19 ha traído consigo daños económicos a gran escala. Sin embargo, los rápidos cambios que se han impuesto a muchas industrias están dando lugar a innovaciones que sobrevivirán a la pandemia y, en algunos casos, están dejando a las firmas tradicionales menos poderosas que antes. Tanto los consumidores como los reguladores de monopolio deben esperar que estas nuevas partes competitivas de la economía sigan siendo muy controvertidas mucho después que la pandemia disminuya.