"Beneficio mutuo, responsabilidad conjunta y destino compartido", canta un coro de entusiastas colegiales en un videoclip llamado "El Cinturón y el Camino, Cantemos Juntos" de Xinhua, un servicio de noticias dirigido por el gobierno chino, que mezcla imágenes de grúas y contenedores de embarcaciones con personas que disfrutan de monumentos extranjeros.

Las empresas occidentales son apenas menos optimistas. Lanzado por China en 2013, la política One Belt, One Road, conocida como OBOR o la Nueva Ruta de la Seda, tiene dos partes. Hay un "cinturón" terrestre de China a Europa, evocando los antiguos caminos del comercio de la Ruta de la Seda, luego un "camino" que se refiere a las antiguas rutas marítimas.

OBOR abarcará 65 países y China ha invertido hasta ahora más de US$ 900,000 millones en proyectos que van desde carreteras en Pakistán hasta líneas ferroviarias en Tailandia. Al ver esta bonanza, las multinacionales occidentales están vendiendo miles de millones de dólares en equipos, tecnología y servicios a las firmas chinas que la construyen.

General Electric (GE) de Estados Unidos realizó ventas de US$ 2,300 millones en pedidos de equipos de proyectos OBOR en 2016, casi triplicando el total del año anterior. John Rice, vicepresidente de la firma, espera que la firma disfrute de un crecimiento de dos dígitos en ingresos durante la iniciativa OBOR en los próximos años. Otras firmas, como Caterpillar, Honeywell y ABB (gigantes mundiales de la ingeniería), DHL (una empresa de logística), Linde y BASF (fabricantes industriales de gas y productos químicos), y Maersk Group (empresa naviera), apilan listas de proyectos OBOR.

Deutsche Bank ha estructurado ocho acuerdos comerciales en torno a esta iniciativa y tiene un acuerdo con el Banco de Desarrollo de China, uno de los prestamistas políticos de China, para financiar varios planes OBOR.

Toda la actividad ha confundido a los primeros escépticos. Señalaron que en los últimos 15 años de industrialización china, las empresas del país ejecutaban proyectos de construcción en una extensión aproximadamente equivalente a la zona construida de toda Europa occidental con muy poca ayuda de firmas extranjeras.

Sin embargo, OBOR ha resaltado el hecho que los grupos chinos tienen poca experiencia en el extranjero y que sus contrapartes occidentales ofrecen una ventaja tecnológica y un conocimiento profundo de las condiciones locales en toda la región OBOR, desde Tayikistán hasta Tailandia. La asociación con las multinacionales occidentales también da credibilidad a las empresas chinas, en particular con las instituciones financieras. Un ejecutivo occidental admite que las compañías chinas hacen un uso liberal del nombre de su firma en las presentaciones del proyecto OBOR para aumentar el financiamiento a pesar de que su empresa está marginalmente involucrada.

Bajo el cinturónAlgunos ejecutivos temen que OBOR pueda tener sus desventajas a largo plazo. China quiere abrir nuevos mercados para las empresas chinas en sectores que están actualmente dominados por empresas occidentales, en industrias que van desde la ingeniería y las telecomunicaciones hasta el transporte marítimo y el comercio electrónico.

Las empresas occidentales se benefician generosamente de la propia OBOR, pero las chinas aún más. Una base de datos con información de código abierto recopilada por el Proyecto Reconnecting Asia, dirigido por el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, un think-tank en Washington, DC, muestra que el 86% de los proyectos OBOR tiene contratistas chinos, el 27% tiene contratistas locales y sólo el 18% tiene contratistas de origen extranjero.

Las empresas chinas van más allá de los contratos de trabajo para convertirse también en operadores de proyectos e inversores. Sus competidores occidentales pueden ganar muchos negocios en los países OBOR sólo mientras dure su ventaja tecnológica. A su vez, ese liderazgo se verá erosionado a medida que las compañías occidentales trabajen con socios chinos en OBOR. Sólo en 2016, ABB hizo negocios con más de 400 empresas chinas, ayudándoles a ajustarse a grandes diferencias en los estándares de construcción y de ingeniería entre países. Estas firmas aprenderán y avanzarán en el proceso.

Sin embargo, por ahora, las empresas occidentales se centran en las oportunidades. Jean-Pascal Tricoire, director ejecutivo de Schneider Electric en Hong Kong, una empresa francesa de servicios de energía, dice que para su empresa OBOR es uno de los planes más importantes de principios de este siglo.

Honeywell ha formado hace poco un equipo llamado "East to Rest", que gestiona las ventas y marketing de empresas de China Continental que se expanden al extranjero. Como promete un cantante con chivita en el video musical de Xinhua: "Cuando Belt and Road llegue a Europa, el vino tinto de Europa se entregará a la puerta de su casa medio mes antes". Durante los próximos años, OBOR también parece ser el brindis de las salas de juntas occidentales.