Fiat
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Todavía hay muchas cosas que no sabemos sobre los problemas de salud de antes de su inesperada muerte esta semana. El aparente deseo del CEO de de mantenerlos en privado, incluso del directorio, parecerá problemático para los accionistas, analistas y directores que valoran la transparencia.

Pero a menos que surjan revelaciones inesperadas, esta no parece una crisis de gobierno corporativo. Más bien es un posible recordatorio de que los CEO superestrella a menudo creen que pueden resolver sus propios problemas.

Existe mucha especulación respecto de quién sabía qué y cuándo. El rápido empeoramiento de la enfermedad de Marchionne después de lo que se suponía sería una cirugía de rutina y la revelación por parte de un hospital de Zúrich de que el ejecutivo había estado gravemente enfermo durante más de un año, parecen discordar con la ignorancia profesada a nivel corporativo.

Fiat Chrysler Automobiles NV dijo que no estaba al tanto de su estado, algo que la familia de Marchionne ha confirmado, según Bloomberg News.

Incluso aunque parezca extraño, es posible que Marchionne haya podido mantener sus problemas médicos ocultos, en gran parte porque no parecen haber afectado su capacidad para desempeñarse como CEO. Solo hace un mes, presentó el plan estratégico de la compañía a analistas e inversores y allanó el camino para su planificado retiro en 2019.

Estaba lo suficientemente contento para hacer un movimiento a lo "Superman", desabrochando su suéter para revelar una corbata, algo que no había usado en años. "Nunca he visto un futuro mejor", dijo el mismo día John Elkann, heredero de la familia fundadora de Fiat.

Entonces, dado que parecía estar cumpliendo con sus deberes mientras recibía tratamiento, la siguiente pregunta sería si su repentina ausencia dejó un vacío en la cúpula de la empresa. Pero ya había identificado a posibles sucesores en vista de su inminente retiro.

Cuando la familia de Marchionne confirmó que no volvería a trabajar, el directorio de Fiat Chrysler decidió que Mike Manley asumiría el control. No hubo una búsqueda caótica o fortuita de un reemplazo.

Todo esto parece diferente a anteriores ejemplos de secretos de salud de otros CEO, como cuando el fundador de Apple Inc., Steve Jobs, atribuyó su apariencia cada vez más demacrada a un desequilibrio hormonal que sería fácil de tratar. Resultó ser cáncer. O al jefe de Lazard, Bruce Wasserstein, quien murió en 2009 después de ser hospitalizado por una arritmia cardíaca.

Posteriormente, varios colegas le dijeron a la prensa que había estado ausente durante meses y que parecía estar muy enfermo. Marchionne, por el contrario, parecía estar bien.

¿Deberíamos haber esperado más de un líder corporativo que esta semana ha sido aclamado por salvar a Fiat de la destrucción y elogiado como uno de los mejores CEO de Italia? Probablemente no. Los jefes poderosos a menudo son acérrimos optimistas. Tal vez Marchionne pensó que superaría cualquier problema de salud o que, de darse a conocer, afectaría su posición.

La responsabilidad recae en el directorio respecto de la cantidad de información médica que exige a su CEO. Una opción podría ser insistir en los controles de salud anuales, lo que permitiría una mayor supervisión sin divulgación pública. Pero eso todavía parece una invasión a la privacidad, y que va más allá de las mejores prácticas corporativas actuales, según Alessandro Zattoni, de la LUISS Business School de Roma.

A menos que descubramos que hay más en esta historia, es difícil culpar a los miembros del directorio de Fiat. Marchionne debería haber sido más comunicativo. Pero eso es lo que pasa con los poderosos jefes superestrella: tienden a hacer sus propias reglas.

Por Lionel Laurent

Esta columna no necesariamente refleja la opinión de la junta editorial o de Bloomberg LP y sus dueños. 

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