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Las probaron prácticamente todas las medidas existentes para fomentar la venta de sus productos: cupones de farmacia para los pacientes, acuerdos de exclusividad con las compañías de seguros, incluso vender la patente de un medicamento a una tribu de aborígenes estadounidenses para protegerlo de un cuestionamiento legal.

Lo que es mucho más excepcional es la medida que anunciaron dos farmacéuticas el sábado: una rebaja de precios. dijeron que darían un gran descuento por su tratamiento para el colesterol de US$ 14,000, rebajándolo a entre US$ 4,500 y US$ 8,000 para algunos pacientes con el fin de flexibilizar las restricciones de las aseguradoras respecto de esos medicamentos, que hasta ahora han tenido escasa venta.

El anuncio “sentará un importante precedente en el debate actual sobre el precio de los fármacos en los EE.UU.”, dijo Spencer Perlman, analista de la consultora de inversiones Veda Partners, que tiene su sede en Bethesda, Maryland. “Esto tendrá un efecto dominó en toda la industria y las categorías terapéuticas abarrotadas probablemente sufran más presiones”.

El tratamiento de Sanofi y Regeneron, Praluent, pertenece a una clase relativamente nueva de medicamentos conocidos como inhibidores de la PCSK-9 que se consideraban posibles sucesores de gran éxito de Lipitor, Cretor y otras estatinas que toman millones de estadounidenses.

Los medicamentos de la PCSK-9 imitan una variante genética que se halla en menos del 3% de la población y detiene la acumulación de colesterol LDL “malo”. Los altos niveles de LDL se relacionan con un riesgo más alto de ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares, y las personas con esa mutación tienen un riesgo enormemente menor.

Grandes esperanzas
Sanofi y Regeneron, junto con Amgen Inc., llevaron sus nuevos medicamentos al mercado con la esperanza de que su potente efecto sobre el colesterol malo redujera la principal causa de muerte del mundo y justificara su alto precio.

Pero una prueba clave de Praluent dada a conocer durante el fin de semana mostró que las inyecciones reducían las complicaciones cardiovasculares como ataques cardíacos y ACV un 15%, por debajo del beneficio de 20% que, según los pronósticos de los analistas de Wall Street, obligaría a una cobertura de seguros más amplia para estos medicamentos.

Hasta ahora, han vendido mucho menos que US$ 1,000 millones, marca que determina que un producto es exitoso. El fármaco Repatha de Amgen vendió US$ 319 millones en todo el mundo el año pasado, y Praluent vendió US$ 195 millones, de acuerdo con una presentación de Regeneron ante la comisión de valores.

En la prueba de Praluent, un grupo mucho menor de pacientes de alto riesgo mostró más beneficios, y Regeneron y Sanofi dijeron que el precio se ofrecería a las aseguradoras que aceptaran pagar el tratamiento con menos reparos para esos pacientes.

“Quizá el precio anterior se debía a que se aspiraba a un beneficio que no se concretó”, dijo en Twitter Harlan Krumholz, cardiólogo de la Universidad de Yale y director del Centro de Investigación y Evaluación de Resultados de esa institución educativa. El “beneficio de esta clase de medicamentos para esa población parece más claro. Ahora hablemos de un precio adecuado. Y de la cobertura”.