(Bloomberg) La característica que ha definido a las biofarmacéuticas este último año ha sido el precio de los fármacos, aunque al sector le habría gustado que las cosas fuesen diferentes.

Pero, si bien gran parte de la inquietud ha sido sobre críticas políticas y la posibilidad de limitaciones a los precios por parte del gobierno, la única presión real sobre los precios en Estados Unidos ha venido desde el sector privado. Los administradores de beneficios de las farmacéuticas se han vueltos más firmes a la hora de negarse a cubrir ciertos medicamentos y de negociar descuentos, lo que se traduce en que las subidas anuales y bianuales de los precios de los medicamentos más antiguos no impulsan las ventas como lo hacían antes

Es poco probable que este fenómeno se mantenga en silencio mucho más, ya que la presión ha tenido impactos negativos y acumulados en algunas de las mayores empresas y de los medicamentos en el sector.

El ejemplo más claro de este fenómeno es el mercado de la diabetes.

Es el ambiente perfecto para la presión de los precios que se pagan. Millones de estadounidenses sufren esta enfermedad, así que existe un gran incentivo para recortar los costes. Hay muchos medicamentos en cada categoría de tratamiento, lo cual permite a los compradores dejar que las compañías se enfrenten entre ellas para conseguir descuentos. Las copias más baratas de fármacos ampliamente utilizados han comenzado a influir en el mercado; por ejemplo, CVS Health Corp. está haciendo algo sin precedentes para el año que viene en Estados Unidos, al excluir Lantus, de Sanofi, en favor de una copia de Eli Lilly & Co. Muchas de las insulinas tienen ya años y han visto cómo su volumen de ventas se relajaba en Estados Unidos.

La única forma en la que las empresas han generado algún tipo de crecimiento de las ventas en el entorno actual es a través de subidas de los precios consistentes. Por ejemplo, las ventas anteriores al descuento de la insulina superventas Humalog de Eli Lilly en Estados Unidos han subido de forma espectacular, pese a que el número real de prescripciones ha bajado. Pero los descuentos que Lilly paga para mantener cuota de mercado significan que sus beneficios reales en Estados Unidos comienzan a bajar, a pesar de los aumentos de precio.

Otras compañías que operan en variedades de medicamentos donde hay mayor competencia, las cuales dependen de la subida de precios más que del volumen para mejorar sus beneficios, deberían estar muy preocupadas por estas evidencias.

Un conjunto de fármacos superventas que tratan problemas inflamatorios como la artritis serán, probablemente, las próximas en enfrentarse a un buen pellizco en los precios. Se espera que los tres principales medicamentos de esta variedad, Humira, Remicade y Enbrel, logren unas ventas combinadas de más de US$30.000 millones este año.

Amgen Inc., fabricante de Enbrel (que Wall Street espera que se aproxime a los US$5.800 millones de ventas este año), admitió en su conferencia de ganancias del tercer trimestre, celebrada en octubre, que las ventas del fármaco no sacarían mucho impulso de la subida de precios de 2017. Lo confirman los datos: al subir sus precios, Amgen ha conseguido aumentar las cifras de ventas antes de los descuentos, incluso aunque el volumen ha bajado, pero las ventas post descuento han caído.

Remicade de Johnson & Johnson, el segundo mayor medicamento contra la inflamación, con prácticamente US$7.000 millones de ventas esperadas para este año, está comenzando a enfrentarse a la competencia de medicamentos copiados en Estados Unidos. Esto no solo afecta a J&J, sino que hará bajar los precios en toda esa misma clase de medicamentos.

Humira, de AbbVie Inc., que es el principal medicamento contra la inflamación, con unas ventas proyectadas por los analistas de US$17.000 millones el próximo año, está en una posición ligeramente mejor que la de sus competidores, con unos volúmenes de ventas aún en subida.

Pero también Humira usa las subidas de precios para aumentar el crecimiento de sus ingresos. La lista de precios de una pluma de Humira ha subido más del doble desde 2012.

Y AbbVie depende mucho de Humira, que se espera que suponga más del 60 por ciento de sus ingresos este año.

Un declive estructural en la capacidad para poner precios en Estados Unidos es una amenaza para cualquier compañía farmacéutica; en particular, si se amplía a los medicamentos más nuevos, o a áreas, como el cáncer, que tradicionalmente han tenido mayor capacidad para fijar unos precios más altos. Los nuevos medicamentos de alta efectividad en la reducción del colesterol de Amgen y Sanofi/Regeneron han tenido unos lanzamientos notablemente lentos desde su aprobación en 2015, como resultado de las barreras a causa del precio que han encontrado en su acceso al paciente.

Entretanto, el mercado para fármacos caros que mejoran la inmunidad para combatir el cáncer, dominado por Merck & Co. Inc. y Bristol-Myers Squibb Co. a comienzos de 2016, recibe un nuevo jugador este año con Roche Holding AG. Pfizer Inc., y AstraZeneca PLC podría unirse el año que viene. Contar con cinco medicamentos similares en el mercado hará que la presión en los precios sea inevitable.

Estas tendencias han ido cobrando fuerza en 2016, y 2017 nos dará más indicios de hasta dónde llegarán. Independientemente de lo que decida hacer Donald Trump, ésta podría ser la historia que defina al sector biofarmacéutico el próximo año.

Esta columna no necesariamente refleja la opinión de Bloomberg LP y sus dueños.