Bloomberg.- El riesgo está de vuelta, así que ¿quién necesita chocolate? Nestlé SA necesita ir con los tiempos, y los inversores están muy optimistas de que su nuevo máximo ejecutivo, Ulf Mark Schneider, pueda aplicar un rápido cambio de marcha.

Ciertamente tiene el historial correcto, pero las tácticas que requiere Nestlé no están en su ADN. Los inversionistas deberían andarse con cuidado.

El bastión suizo de 150 años, como sus rivales Unilever NV, Danone SA y Reckitt Benckiser Group Plc, está enfrentando el pronunciado fin de la Gran Rotación; el movimiento global hacia inversiones de mayor rendimiento implica que la estabilidad de los grandes grupos de bienes de con-sumo pierde atractivo.

También se enfrentan a una menor demanda a medida que los mercados emergentes pierden fuerza, los precios de los alimentos caen y los gustos de las personas cambian.

El problema es particularmente grave para Nestlé, dado que el 2016 podría ser el cuarto año consecutivo en que no logra su meta de crecimiento orgánico de entre 5 por ciento y 6 por ciento.

Schneider, quien asume su cargo el 1 de enero, fue una elección sorpresiva para liderar la firma: es la primera persona desde 1922 que llega desde fuera de la compañía a ocupar el puesto.

Ciertamente tiene un sólido historial con sus 13 años al mando del grupo de cuidado de la salud Fresenius SE, de rápido crecimiento. Ahí, logró un retorno anual promedio de 23%, más del doble del de Nestlé y del índice Stoxx 600.

No obstante, Nestlé es un animal muy distinto. Para ponerla en forma, Schneider va a necesitar blandir el hacha sobre algunas de las áreas de peor desempeño.

Un asunto obvio es que la compañía aún genera 83% de sus ingresos a partir de alimentos y bebidas, un negocio de menor crecimiento. En Unilever, la cifra es de solamente 43%: la firma rival ha sido más rápida en diversificarse de ese sector y formar su operación de artículos para el hogar y cuidado personal.

Para comenzar, Schneider debería vender la filial de alimentos preparados de Estados Unidos. La división, que incluye las comidas congeladas de Stouffer, pizza DiGiorno y los sándwiches congelados Hot Pockets, ha sido golpeada por el vuelco de los consumidores hacia alternativas más saludables.

Podría valer alrededor de US$ 10,000 millones a US$ 15,000 millones, según Martin Deboo, analis-ta de Jefferies Group.

También debería abandonar el negocio global de golosinas, donde claramente ni lidera ni es el segundo en el mercado, en parte porque no logró innovarse en los chocolates de alta calidad. Eso podría valer unos US$ 20,000 millones, a juicio de Deboo.

Con una deuda neta de poco menos de una vez la Ebitda, Nestlé realmente no necesita el dinero. El punto es concentrar a la compañía en áreas de crecimiento más rápido.

De todos modos, estos movimientos deberían dejar a Schneider con un fondo formidable para invertir en lo que Nestlé ve como su futuro motor de crecimiento: la ciencia de la salud, lo que incluye la nutrición médica y remedios para la piel.

Dado su historial de cuidado de la salud, la esperanza es que el ejecutivo pueda inyectar fuerza adicional a esta división, que representó 16.7% de las ventas en el 2015.

La empresa necesita ayuda: debería estar impulsando la diversificación del segmento de alimentos, pero en los últimos dos años, el crecimiento se ha ralentizado. Schneider debe fomentar que esta división avance en la dirección correcta.

Sin embargo, no es seguro que Schneider vaya a mostrar los dientes. Es un adicto a los tratos. En Fresenius su estrategia era adquirir y construir, y efectuó más de una docena de compras en las áreas de hospitales, cuidado médico, infusión de fármacos y nutrición médica, aunque sí vendió algunas divisiones. Escindir algunas de las filiales clave de Nestlé puede obligarlo a cambiar su carácter.

También está la cuestión de si tendrá una mano libre para guardar unidades arraigadas. Paul Bulcke, el máximo ejecutivo de la compañía saliente, seguirá estando en escena como presidente.

Los inversionistas no parecen tener ninguna duda en este momento. Nestlé se negocia con una ligera prima respecto de Unilever sobre una base de coeficiente de precio futuro a ganancia. Eso parece optimista, en particular dado que Unilever acaba de ganar adeptos con los planes de im-pulsar los márgenes.

Dado el peso de las expectativas sobre los hombros de Schneider, sin una señal temprana de una amplia reformulación, Nestlé está más expuesto que sus rivales al nuevo apetito por el riesgo.