Japón
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Cuando Japan Airlines Co. anunció el mes pasado que abriría un fondo de capital de riesgo por US$ 70 millones, era natural que los escépticos se preguntaran: ¿qué sabe una aerolínea de invertir en emprendimientos?

Es una pregunta que podría plantearse a muchas de las grandes empresas de Japón, donde la inversión en capital de riesgo se ha convertido en una moda corporativa. El mayor fabricante de cigarrillos de Japón, el agente de viajes más grande e incluso la oficina de correos se han subido a la onda.

El operador más conocido del país de los teatros tradicionales kabuki, un estudio cinematográfico de 123 años llamado Shochiku Co., invirtió el año pasado en un fondo para drones. Y la lista continúa.

A menudo, Japón ha clasificado en las encuestas como uno de los lugares más difíciles para abrir nuevos negocios, pero cada vez es más fácil porque ahora las grandes empresas de todos los campos están invirtiendo en emprendimientos, como una forma de obtener ideas más rápido y pulir sus credenciales de alta tecnología.

Michael Cusumano, experto en Japón del MIT Sloan School of Management en Cambridge, Massachusetts, dice que hay una mentalidad de rebaño en juego, pero la innovación puede surgir de todos modos.

"Tienden a subirse al mismo carro, pero no es necesariamente un mal carro para subirse", asegura Cusumano. "Hay varias formas de obtener información, pero ninguna tan buena como ser inversionista y estar en la sala de juntas".

Es difícil medir si el capital de riesgo corporativo, o CVC, como se lo conoce, es una forma eficiente de invertir, porque los retornos se mantienen en secreto, pero la práctica se remonta a mucho antes de la era de los teléfonos inteligentes y las aplicaciones.

Hace un siglo, en EE.UU., por ejemplo, la empresa química DuPont invirtió dinero en un negocio incipiente que eventualmente se convirtió en General Motors.

El auge de las empresas emergentes en Japón es parte de una tendencia global más grande, pero está más concentrado porque el país tiene menos fondos independientes.

La inversión mundial en CVC se disparó 47% el año pasado, a un récord de US$ 53,000 millones, pero solo representó alrededor de una cuarta parte de todas las ofertas, según un reciente estudio de CB Insights. En Japón, la mayoría del dinero proviene de fondos corporativos.

Eso puede tener implicaciones más adelante, según Cusumano de MIT, porque los fondos de riesgo que obtienen su dinero de grandes empresas que cotizan en bolsa son más vulnerables a la falta de efectividad de quienes toman las decisiones y responden a los accionistas.

Una primera ola de inversiones en CVC en Japón se produjo a fines de la década de 1990, durante el auge del dotcom, cuando las empresas comerciales, las empresas de telecomunicaciones y los conglomerados de productos electrónicos como NTT Docomo Inc. y Panasonic Corp. abrieron fondos en Silicon Valley.

La última ola, que ha atraído a un grupo más amplio de jugadores, despegó alrededor del 2015. Ese año, la agencia de publicidad más grande de Japón, Dentsu Inc., abrió un fondo de 10,000 millones de yenes (US$ 90 millones) para invertir en empresas de comercialización y comunicaciones, y el operador de estacionamiento Park24 Co. comenzó un fondo para tecnología de movilidad.

Desde entonces, el número de miembros corporativos en la Asociación de Capital de Riesgo de Japón aumentó de 6 a 49.

"Lo que realmente cambió es que las TI comenzaron a convertirse en un mandato estratégico para muchas compañías", explica Toshi Otani, cofundador de Translink Capital, que administra el fondo de innovación de JAL.

Shochiku, el venerable estudio cinematográfico, comenzó su incursión en los emprendimientos en noviembre, cuando puso una cantidad no revelada en un fondo de 3,700 millones de yenes centrado en drones.

La compañía dice que estaba interesada en la tecnología como una forma de tomar imágenes aéreas de escenas de peleas samurai. Otros inversionistas en el fondo (probablemente con diferentes objetivos) incluyen al fabricante de equipos agrícolas Kobashi Industries Co. y al jugador profesional de fútbol Keisuke Honda.

"No se trata de retornos financieros", afirma Atsuko Okada, jefe de la oficina de planificación corporativa de Shochiku en Tokio. "Estamos buscando semillas que contribuyan al negocio a largo plazo".

JAL ha estado incursionando en emprendimientos durante algunos años. En el 2015, la aerolínea se asoció con una compañía que recicla ropa usada para producir biocombustible.

Desde entonces, se ha convertido en un socio limitado en un fondo con sede en EE.UU., abrió una oficina en Silicon Valley para establecer redes y financió una pequeña empresa japonesa llamada ispace Inc., la cual construye módulos de aterrizaje lunares.

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