Desaparecidos durante décadas en un Silicon Valley que les es tremendamente hostil, los sindicatos se están empezando a abrir hueco contra todo pronóstico en la industria tecnológica de Estados Unidos, en una particular mezcla de reclamaciones tradicionales y activismo político.
Esta misma semana empezaron las votaciones por correo entre trabajadores de un almacén de Amazon en Alabama para decidir si crean una organización gremial, que sería la primera de empleados del gigante del comercio electrónico en el país.
El mes pasado, en un anuncio igual de insólito, cientos de trabajadores de Alphabet (la empresa matriz de Google y cuyo sueldo medio ronda los US$ 200,000 anuales) presentaron su propio sindicato, que tiene como objetivo “luchar contra los sistemas de opresión”.
Profesionales reacios a sindicarse
“Para los ingenieros con educación universitaria, la idea de afiliarse a un sindicato es contraria a su sentido de la identidad profesional”, cuenta Peter Meiksins, profesor emérito de Sociología en la Universidad Cleveland State de Ohio.
“En Estados Unidos existe una larga tradición de que los profesionales con formación no se vean a sí mismos como potenciales miembros de un sindicato, de que eso es algo para los trabajadores menos cualificados que aporrean metal y fabrican cosas”, añade.
Así, en el país norteamericano, no hay sindicatos de médicos, ni de abogados o contables, y tradicionalmente, tampoco de ingenieros.
Tampoco hasta enero, cuando se fundó el Gremio de Trabajadores de Alphabet (AWU), cuya base la constituyen fundamentalmente ingenieros de software, uno de los perfiles profesionales mejor pagados y con mejores condiciones laborales de la industria.
Ser un altavoz ideológico
¿Por qué, pues, organizarse en un sindicato? Porque el objetivo de AWU no es el de llevar a cabo una negociación colectiva con la empresa para mejorar sueldos y condiciones, sino el de servir de plataforma de presión para guiar las decisiones de Google y garantizar que estas coinciden con su línea ideológica.
“Alphabet puede ganar dinero sin hacer el mal. Debemos priorizar el bienestar de la sociedad y el medio ambiente por encima de maximizar beneficios”, reza uno de los principios fundacionales de la organización gremial.
Así, la primera acción del recién creado sindicato el pasado 8 de enero fue exigir a la empresa la suspensión permanente de la cuenta de YouTube del entonces todavía presidente de Estados Unidos, Donald Trump, tras el asedio al Capitolio por parte de sus seguidores dos días antes.
AWU se ha constituido como un “sindicato minoritario”, una clasificación legal que en Estados Unidos permite a los trabajadores organizarse aunque no cuenten con el apoyo de más de la mitad de la plantilla, y a la vez no fuerza a la empresa a sentarse a una mesa de negociación como sí ocurre con los gremios mayoritarios.
Amazon, una vía más tradicional
Muy distinto del caso de Google es el de Amazon, donde quienes están liderando los esfuerzos para sindicarse son trabajadores en muchos casos manuales y cuyas reivindicaciones sí se ajustan a las tradicionales de los gremios: mejores salarios y condiciones.
Eso se explica porque, dentro de las grandes tecnológicas, Amazon tiene una de las plantillas más variadas que, además de ingenieros, incluye los cientos de miles de empleados de sus almacenes y repartidores.
“Amazon es muy hostil a los esfuerzos para sindicarse y han aprovechado que en los últimos cuarenta años en Estados Unidos, desde (el expresidente Ronald) Reagan, el clima para las organizaciones sindicales ha sido muy difícil”, apunta Meiksins para explicar la ausencia de este tipo de organizaciones hasta ahora en la empresa.
El “despertar” de los empleados de Amazon vino de la mano de la pandemia de COVID-19, después de que algunas protestas contra las pocas medidas de seguridad y para la salud terminasen con sus organizadores o caras más visibles represaliados por parte de la compañía.