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El cemento es el producto que mueve la aguja en cuanto a materiales de construcción. Como podría esperarse, la paralización de las obras durante los meses de cuarentena estricta para contener el COVID-19 afectará el volumen total de ventas en el año. Sin embargo, esto no detuvo las obras de menor escala de las familias limeñas de zonas emergentes.
“A partir de mayo, incluso cuando las ferreterías permanecían cerradas y no estaba permitido, se retomaron las ventas de cemento a puerta cerrada. La gente no ha dejado de hacer sus arreglos en casa”, explica Solón King, presidente de TMS.
King comenta que las familias en las zonas emergentes tienen el hábito de invertir sus excedentes en hacer arreglos en sus hogares. Es decir, empiezan a autoconstruir. “Son personas que ven esta actividad como una forma de hacer valer sus ahorros”, indica.
Segmento
TMS realiza de manera recurrente un panel en el que, a partir de un universo de 1,200 ferreterías y depósitos de construcción localizados en Lima, evalúa mes a mes las ventas de diversos productos.
King explica que del total de la venta de cemento, el 95% se corresponde al canal tradicional (ferreterías y depósitos) y de esta proporción, el 65% se destina a la autoconstrucción.
“El cemento es un producto de alta rotación pues no puede estar mucho tiempo almacenado porque se humedece y pierde calidad”, indica. Agrega que quienes compran para autoconstrucción lo hacen, sobretodo, por bolsas y no a granel (bulk).
Proyecciones
Según TMS, durante el primer trimestre del año la venta de cemento en canal tradicional tuvo un incremento del 5%. “Sin embargo, llegó la pandemia y todas las categorías se fueron para abajo”, afirma King.
A partir de mayo empezó una recuperación acelerada hasta que en octubre la venta de cemento alcanzó niveles similares a los del año pasado. Pese a este rebote, se calcula que las ventas anuales para el 2020 mostrarán una caída de entre 5% y 8%.