Por Alex Webb
Si le inquieta el penetrante papel en la vida cotidiana de compañías de tecnología como Google de Alphabet Inc., entonces la adquisición planificada de US$ 2,100 millones de Fitbit Inc. es una preocupación.
Google ya posee el mayor motor de búsqueda, el sitio de transmisión de videos más popular (YouTube), el sistema operativo móvil más grande (Android) y el servicio de correo electrónico dominante (Gmail). Todo esto alimenta un negocio de publicidad digital que generó US$ 135,000 millones en ventas el año pasado. ¿Realmente queremos que agregue el monitor de condición física de Fitbit a su arsenal?
Una coalición de 20 organizaciones instó el jueves a las autoridades antimonopolio de la Unión Europea, Estados Unidos y otras cinco jurisdicciones a inspeccionar la adquisición con mayor detención. La UE planea tomar una decisión sobre el acuerdo antes del 20 de julio, aunque la investigación podría extenderse si es necesario.
El problema es que el dominio de Google en un mercado, la publicidad digital, no es necesariamente suficiente, desde una perspectiva antimonopolio, para bloquear un acuerdo en otro sector.
Google actualmente no fabrica un monitor de salud o un reloj inteligente. Como tal, no compite con Fitbit. No está tratando de consolidar el mercado o reducir el número de rivales. De hecho, un Fitbit mejor capitalizado podría mejorar la competencia en un mercado de relojes inteligentes dominado por Apple Inc.
Pero este acuerdo no se trata realmente de ventas de hardware: los ingresos previstos para el 2020 de Fitbit de US$ 1,000 millones representarían solo 0.7% del total de Alphabet.
El valor de la adquisición está en los datos que Fitbit está acumulando sobre todos sus usuarios. Saber cuánto, con qué frecuencia y dónde caminan, corren, andan en bicicleta o nadan todos los días podría ayudar a anunciantes, aseguradoras de salud, urbanistas y a muchos más.
Si bien es poco probable que Google venda esa información directamente a los anunciantes, lo ayudaría a construir perfiles publicitarios más completos de sus usuarios. En ese sentido, el mercado de los monitores de condición física no es independiente del negocio dominante de tecnología publicitaria de Google. Podría alimentarlo, extendiendo su dominio.
Con eso en mente, los reguladores podrían imponer restricciones y seguir autorizando el acuerdo. Aitor Ortiz, analista de Bloomberg Intelligence, espera que se impongan soluciones conductuales. Eso podría significar que Google promete no fusionar los datos de Fitbit con otra información de usuario sin consentimiento explícito.
El gigante tecnológico adopta un enfoque similar con Nest, una compañía de automatización del hogar que adquirió en el 2014. El año pasado, comenzó alentar a los usuarios a fusionar sus datos de Nest con sus cuentas de Google.
Para aquellos que estén alarmados por el hecho de que Alphabet acumule aún más datos personales, estas promesas probablemente no serán suficientes. Una mejor solución sería prohibir a Google extraer información sobre el estado físico desde los dispositivos de un usuario. Así es como Apple maneja los datos de estado físico de su reloj.
Google insiste en que quiere a Fitbit de todos modos, incluso sin poder rentabilizar sus datos. Si eso es cierto, entonces no debería haber ninguna queja sobre tal restricción. La compra aún le daría una entrada al mercado de los relojes inteligentes, que crecerá a US$ 96,000 millones para el 2027, según Allied Market Research.
Los productos de Fitbit también deben seguir funcionando con el sistema operativo móvil de Apple y con Android. De lo contrario, se convertirían en una herramienta para obligar a las personas a comprar dispositivos Android.
Este es un caso de prueba importante que será difícil para los reguladores acertar. Los intentos anteriores de imponer soluciones conductuales a los gigantes tecnológicos han fallado: Facebook Inc. le dijo a Bruselas en el 2014 que técnicamente no era posible fusionar sus datos con los de WhatsApp, pero luego siguió adelante y lo hizo de todos modos, aceptando una multa insignificante de 110 millones de euros (US$ 124 millones) de la Comisión Europea por romper su acuerdo.
Google tiende a comportarse mejor que Facebook, pero sus bolsillos le dan mucho poder.
Dados los riesgos, la solución más fácil podría ser bloquear completamente el acuerdo de Fitbit. Pero eso sería legalmente más difícil de justificar.