Redacción Gestión

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(Bloomberg).- Gilead posee las segundas reservas de efectivo de la biotecnología en magnitud, US$ 21,000 millones, y quiere convertirse en una potencia en materia de drogas contra el cáncer. Los inversores reclaman pruebas de que aún puede crecer en momentos en que sus fármacos para la hepatitis C inician su inevitable declive.

Pero una mega-operación para adquirir otro coloso no parece probable, y la compañía no está interesada en ninguna transacción por los tratamientos anticáncer actualmente en boga. Gilead está atrasada años en la primera generación de drogas de inmuno-oncología (IO), que debilitan las defensas de los tumores y ayudan al sistema inmune a reconocer el cáncer.

Una gran cantidad de firmas andan detrás de ese objetivo. Y la compañía se muestra cautelosa frente a otro enfoque IO nuevo y cada vez más popular, las llamadas "terapias celulares", que cosechan células humanas y las modifican genéticamente para que destruyan el cáncer.

Rechazar las áreas más en boga en la investigación del cáncer y a la vez tratar de adivinar cuáles serán los tratamientos preferidos dentro de muchos años parece arriesgado. Pero puede decirse mucho a favor de evitar algo justamente por ser popular.

Se prevé que las primeras drogas IO de gran éxito como Opdivo de Bristol-Myers, superarán los US$ 19,000 millones en ventas para el 2020. Las combinaciones de esas drogas con otras solo aumentarán su eficacia.

Pero hay 16 drogas de la clase general de Opdivo que se están probando o recetando en humanos, según un análisis de un socio de la firma de capital riesgo de biotecnología Atlas Venture. Más de 50 están en las primeras fases de desarrollo. La acumulación es tal que el responsable de cáncer de la FDA ha criticado a las farmacéuticas por tratar de hacer todas lo mismo.

Gilead podría tratar de entrar a la fuerza a ese congestionamiento de tránsito. Pero cualquier acuerdo por una droga que esté en las primeras etapas de desarrollo significa una larga espera para obtener la aprobación, lo que implicaría llegar tarde al mercado, y una posición competitiva desventajosa frente a una serie de medicamentos ya en el mercado. Como no es de extrañar, la empresa ha dicho no estar interesada. Por mucho que lo quieran los inversores orientados al corto plazo, los analistas dicen que el tipo de adquisición gigantesca que haría falta para ponerse a la cabeza del pelotón de IO no sería típico de Gilead. Y, dejando de lado las cuestiones culturales y de integración, comprar Bristol-Myers sería algo que la excede financieramente.

En cuanto a las super-células genéticamente modificadas, el CEO de Gilead John Milligan le dijo a Bloomberg News que es cauto. Las terapias celulares requieren mucha mano de obra; la primera generación de estos tratamientos tiene que hacerse en forma individual para cada paciente y se requieren muchos preparativos y cuidados de apoyo costosos para utilizarlas.

No se equivoca. Estas drogas probablemente sean caras y pueden tener efectos secundarios graves. No es seguro que vayan a tener éxito comercial, pese a lo mucho que han apostado las compañías Juno y Kite. Otras ya están trabajando en nuevos enfoques, como la utilización de tecnología de edición de genes Crispr, que podría volver obsoletos estos primeros intentos.

El desinterés de Gilead en esta etapa de la IO y las dudas de Milligan sobre las terapias celulares sugieren que la compañía ha puesto los ojos más lejos para definir su estrategia en materia de cáncer. Si se ha centrado en lo que va a ser de vanguardia dentro de cinco años, parece más probable que realice una serie de operaciones de etapas tempranas más pequeñas.

No necesariamente esto sea una mala estrategia. Bristol-Myers obtuvo Opdivo –y sus posibles US$13.000 millones en ventas- a través de la compra de Medarex por US$2.100 millones en 2009. La pregunta es si Gilead podrá acertar con el cáncer como acertó con los virus, y si los inversores tendrán suficiente paciencia para intentarlo.

Gilead ha recompensado la confianza en el pasado, mientras se encaminaba a ser la principal farmacéutica tanto en sida como en hepatitis. Conforme a algunas hipótesis, la caída en hepatitis podría ser más lenta de lo previsto. Y la empresa tiene apuestas a más corto plazo a otras enfermedades hepáticas y fármacos para la inflamación. Y hay bastante "yo también" ya en el mercado.

Esta columna no necesariamente refleja la opinión de Bloomberg LP o sus dueños.

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