Redacción Gestión

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(Bloomberg).- Las compañías petroleras estatales de América Latina, cuya generosidad llenó las arcas gubernamentales desde México hasta Brasil durante el auge del crudo de la década anterior, se transforman con rapidez en peligrosas obligaciones conforme los crecientes niveles de endeudamiento alejan a los inversores.

Los gobernantes de la región se ven obligados a archivar planes de gastar fondos petroleros en proyectos populares luego de que el precio del crudo cayera más de 50% en los últimos dos años, por lo que ahora se ven ante crecientes cuentas en sus gigantes con respaldo estatal. La carga crece a medida que las monedas locales declinan contra el dólar, lo que eleva el costo de reembolsar deuda en moneda extranjera.

Es un problema general. La gigante estatal de Brasil, Petróleo Brasileiro SA, es la compañía petrolera más endeudada del mundo, mientras que los operadores de permutas de riesgo crediticio apuestan a que hay un 68% de probabilidades de que Petróleos de Venezuela SA, conocida como PDVSA, se encamine a un impago en los próximos 12 meses. Ambas tienen peso en la economía de la región, que ya se estima se contraerá por segundo año consecutivo en 2016.

"Es difícil, no hay duda", dijo Alberto Ramos, economista jefe para América Latina de Goldman Sachs Group Inc. "Algunas de esas compañías acumularon un fuerte endeudamiento en el período en que los precios del petróleo eran altos".

Si bien muchos dicen que el implícito –y en algunos casos explícito- respaldo del estado hace improbable un impago de las compañías, su salud financiera se considera cada vez más precaria.

El riesgo de los bonos que mide el mercado de permutas de riesgo crediticio ha aumentado en el caso de gigantes petroleras latinoamericanas en momentos en que las compañías productoras de crudo de Venezuela, Brasil y México tienen una deuda en dólares más abultada que la del gobierno que las respalda. Sólo la colombiana Ecopetrol SA tiene una deuda menor.

Amenaza colectivaPetróleos Mexicanos, conocida como , que tiene la calificación crediticia más alta de las cuatro, ya sufrió una rebaja de nota por parte de Moody's Investors Service en noviembre y está en revisión con miras a otra reducción.

La compañía, que tiene sede en Ciudad de México, cuya producción ha declinado durante 11 años consecutivos, se ve cada vez más presionada a vender activos.

El mes pasado se comprometió a reducir 100,000 millones de pesos mexicanos (US$ 5,600 millones) su presupuesto de 2016 luego de dar a conocer pérdidas de US$ 32,000 millones el año pasado.

Por su parte, la compañía productora brasileña también se deshace de activos y suspende proyectos luego de años de invertir más de US$40,000 millones anuales en enormes yacimientos de petróleo en aguas profundas del Atlántico Sur y subsidiar importaciones de combustible par el gobierno. Su endeudamiento casi se cuadruplicó en los últimos cinco años.

La compañía, conocida como Petrobras, que emitió bonos a 100 años el año pasado, tiene más de US$ 13,000 millones en capital de bonos que vence en los próximos 24 meses. La empresa se aseguró el mes pasado un crédito de US$ 10,000 millones de China Development Bank Corp.

La colombiana planea reducir las inversiones anuales en los próximos años y se concentra cada vez más en la exploración y la producción.

Por su parte, la compañía venezolana enfrenta pagos de bonos de US$13,000 millones en los próximos dos años y se considera que corre el riesgo de un impago al encontrarse el gobierno ante su propia carga de próximos vencimientos soberanos, dice Standard & Poor's.

Si bien la diversidad y magnitud de los problemas hace que los analistas adviertan que no debe agruparse a las compañías petroleras estatales latinoamericanas, éstas conforman de todos modos una amenaza colectiva para la economía de la región.