Hace décadas viajar por avión en Estados Unidos era una experiencia glamorosa. Hoy en día es señal de retrasos, molestias, cargos adicionales y amenaza de violencia.

Un video de un pasajero que fue arrastrado a la fuerza de un vuelo de United Airlines el 9 de abril, después de que muy pocas personas se ofrecieron a renunciar a sus asientos, ha provocado una avalancha de quejas sobre vuelos en Estados Unidos.

Los pasajeros tienen razón de quejarse. Las aerolíneas de Estados Unidos quedan muy mal cuando se les compara con las extranjeras. Las compañías europeas son el mejor punto de referencia.

Las tarifas aéreas son más altas por asiento milla en Estados Unidos que en Europa. Cuando los costos bajan, los consumidores en Estados Unidos no disfrutan de los beneficios.

El precio global del combustible para aviones, uno de los mayores costos para las aerolíneas, ha caído a la mitad desde el 2014. Eso provocó una guerra de precios entre las compañías europeas, pero los precios de los pasajes en EE.UU. apenas se han movido.

Las aerolíneas en Norteamérica registraron una ganancia de US$ 22.40 por pasajero el año pasado; en Europa la cifra era US$ 7.84.

Las normas de servicio también son peores. Solo un operador con sede en Estados Unidos figura entre las 30 mejores aerolíneas del mundo, según la clasificación de Skytrax, un sitio web de aviación, en comparación con nueve de Europa.

Cuando Ryanair, actualmente la línea aérea más grande y más barata de Europa, redujo al máximo su servicio, comenzó a perder clientes y dinero. Eso lo llevó a realizar una vuelta en "U" y ser "más agradable" con los clientes, para proteger su cuota de mercado de rivales como easyJet, Wizz Air y Norwegian.

Esta feliz combinación de tarifas bajas y un servicio razonable tiene una explicación sencilla: la competencia. Los políticos estadounidenses han presidido una ola de fusiones en los últimos años. Las cuatro compañías más grandes en EE.UU. ahora controlan entre ellas el 80% del mercado, comparado con apenas 48% hace una década.

Warren Buffett, un hombre que conoce un oligopolio cuando lo ve, compró cerca de US$ 10,000 millones en acciones de aerolíneas en el 2016. En Europa, donde los cuatro principales operadores tienen alrededor del 45% del mercado, los políticos tienen tres logros.

En primer lugar, los reguladores europeos se han esforzado por preservar la competencia entre las aerolíneas existentes. La UE ha estado dispuesta a bloquear las fusiones, como una propuesta de vinculación entre Ryanair y Aer Lingus, y a evitar que las aerolíneas creen posiciones de monopolio en los aeropuertos.

No es así en Estados Unidos: en 40 de sus 100 centros más grandes, una sola compañía representa ahora más de la mitad de la capacidad. Eso impulsa los precios. La fusión de American y US Airways en el 2013 aumentó la cuota de mercado de American en el aeropuerto de Filadelfia al 77%. Las tarifas subieron de 4% por debajo de la media nacional en el 2013 a 11% después de la fusión.

En segundo lugar, Europa ha dado facilidades a los extranjeros para impulsar la competencia al entrar en nuevos mercados. No hay límites de propiedad entre países europeos; y la UE permite a las compañías aéreas con un propietario no perteneciente a la UE que tenga una participación de hasta un 49% volar a cualquier lugar del bloque.

Estados Unidos limita la propiedad extranjera a 25%. Las empresas mixtas extranjeras, como Virgin America (que fue adquirida por Alaska Air Group el año pasado) luchan por despegar.

En tercer lugar, Europa también ha fomentado la competencia entre diferentes aeropuertos y sus principales operadores. Desintegrar la propiedad de los tres aeropuertos más grandes de Londres ha ahorrado a los pasajeros 420 millones de libras (US$ 628 millones) en tarifas desde el 2009, según la consultora ICF International.

Por el contrario, la mayoría de las ciudades estadounidenses tienen solamente un aeropuerto, muchos de ellos de propiedad pública.

Combate aéreoAlgunas de las ventajas de Europa son difíciles de replicar. Las distancias entre las grandes ciudades son más cortas, lo que hace que el transporte por carretera y ferrocarril sea un serio rival.

Sin embargo, esa es la mayor razón para que Estados Unidos promueva la competencia en el cielo. Los reguladores de Estados Unidos deberían aflojar el límite de la propiedad extranjera, quitar plazas a los operadores tradicionales y promover el uso de aeropuertos secundarios para dar una ventaja a los nuevos participantes.

Si eso no da dividendos, los reguladores deberían considerar la posibilidad de dividir las grandes aerolíneas. Permitir que la competencia se marchitara fue un gran error que debe ser rectificado.