La llegada de la pandemia ha trastocado todos los planes de las personas y empresas a nivel mundial. Lo que en un inicio parecía un año de nuevas metas y objetivos, ha cambiado dramáticamente a un contexto de recesión económica mundial, y con ello los riesgos cada vez son mayores. En ese sentido, EY presentó los resultados de su Encuesta Global de Integridad 2020, una encuesta realizada a más de 2,948 trabajadores de 33 países, entre ellos Perú, durante enero y febrero. Sin embargo, a propósito del COVID-19, se realizaron encuestas adicionales en abril pasado.
Los resultados revelan que el COVID-19 ha generado condiciones para que la integridad de las empresas pueda verse afectada seriamente por la necesidad de salvar los números. Así, un 90% de empresas a nivel global señala que el COVID-19 representa un riesgo para su conducta ética, pues hay un nuevo escenario.
“¿Cuáles son las circunstancias que generan estos riesgos de conducta? Hemos cambiado las formas de trabajar al trabajo remoto y hay una flexibilización de los controles, y si no hay controles, hay oportunidad. De igual forma, la reducción de beneficios y compensaciones para los empleados genera presión. También la interrupción o dificultades para la cadena de suministro genera presión, al igual que la reducción de personal o la pérdida de los puestos de trabajo. Estamos ante situaciones que están generando la tormenta perfecta respecto de la integridad corporativa, respecto de cómo voy a cumplir mis compromisos y cómo hago frente al cumplimiento de las leyes y las regulaciones, cómo me relaciono ante mis grupos de interés y qué estoy dispuesto a hacer para salvar la compañía”, indica Rafael Huamán, Socio Líder de los servicios de Riesgos de Integridad e Investigación Forense de EY Perú.
A pesar de que los encuestados en Perú reconocen que los beneficios de la integridad son tener una reputación corporativa más sólida (65%), atraer nuevos consumidores (50%), mejorar los resultados financieros (41%), minimizar riesgos regulatorios (33%) y retener empleados con talento (32%); un 34% reconoce que estaría dispuesto a comportarse de manera no ética con la finalidad de mejorar o proteger su carrera profesional o su remuneración. Aún así, los encuestados considera que es importante actuar con integridad y que la característica más importante es el cumplimiento de las leyes, normas y regulaciones (54%). Sin embargo, solo un 36% cree que la integridad es hacer lo correcto incluso cuando nadie está controlando.
“Lo importante de la integridad es hacer las cosas correctas porque son correctas. Ahí hay una brecha que hay que fortalecer la cultura de integridad para que la gente piense en la integridad como algo que se debe hacer y no lo haga por cumplir con una ley. Si hace bien las cosas, la consecuencia natural será que se cumplan las leyes, normas y regulaciones”, señala Cecilia Melzi, socia de Riesgos de Integridad de EY Perú.
¿Cómo está la cultura corporativa en materia de integridad?
Así, un 39% de encuestados en Perú considera que hay gerentes en su organización dispuestos a sacrificar integridad para obtener ganancias cuestionables en el corto plazo. Además, también se percibe que la alta gerencia sería capaz de ignorar una conducta no ética en su equipo (19%), de inducir al error a auditores o reguladores (16%) o de ofrecer a aceptar un soborno (8%)
"La paradoja es que [la encuesta revela que]'estoy dispuesto a sacarificar la integridad corporativa a fin de lograr salvar a la empresa', pero si hago eso lo que va a pasar es que voy a poner en riesgo a la empresa y su continuidad", añade Rafael Huamán, Socio Líder de EY Perú.

Para Huamán y Melzi, los resultados de la encuesta revelan la necesidad de que los mensajes respecto a la integridad no se queden solo en eso: mensajes, sino que también sea transmitido a la empresa a través de conductas. Más aún si un 58% de encuestados señaló que estaría preocupado si sus decisiones o las de Gerencia se hicieran de conocimiento público.
“Lo que están diciendo es: estamos preocupados por las decisiones que estamos tomando”, dice Rafael Huamán
“Por eso es importante que el mensaje no sea solo un mensaje, sino una conducta o un ejemplo que venga desde arriba”, explica Cecilia Melzi.
Para esta encuesta, EY decidió hacer las mismas preguntas a los miembros de directorio y a los empleados de nivel operativo. Al comparar los resutados de sus percepciones se hallaron algunas sorpresas, señala Melzi.
"Por ejemplo, cuando se le preguntó a las personas si consideraban que los estándares de integridad habían mejorado o empeorado, el 58% de los empleados a nivel operativo cree que el estándares se ha mantenido igual o ha empeorado en los últimos años, mientras que el 71% de los miembros de Directorio piensa que los estándares han mejorado", explica la Socia.

De igual forma, un 60% de empleados a nivel operativo no confía en que sus gerentes demuestren integridad profesional, mientras que un 55% de miembros del Directorio confía en que sí lo hacen. Finalmente, la mayor inconsistencia, señala la experta de EY, es que un 67% de los miembros de Directorio encuestados piensa que la Gerencia habla frecuentemente de la importancia de comportarse con integridad en la empresa, pero solo el 37% de empleados a nivel operativo opina igual.
¿Cómo trabajar con integridad con terceros?
Un abogado, un operador logístico, un proveedor que brinda bienes o servicios o un tramitador de licencias son terceros que actúan y se relacionan con la empresa. ¿Esto puede suponer un riesgo?
"En el caso Lava Jato, algunas empresas señalaron que fallaron en la evaluación del riesgo de asociación o cuando seleccionaron a sus socios", explica Rafael Huamán.
Así, un 90% de encuestados considera que se relaciona con terceros que cumple con leyes o regulaciones y un 89% sostiene que estos terceros cumplen con la integridad en sus actividades.
"Sin embargo, la contradicción es que solo 29% de los encuestados señala que tiene procedimientos para evaluar la debida diligencia de estos terceros. Ahí hay una brecha", manifiesta.
Al fusionar o comprar una empresa, también se producen riesgos. Y en ese sentido, la principal preocupación, según la encuesta, es el lavado de activos (29%). También existen otros factores de riesgo como pasivos no declarados (22%), no integridad de la gerencia de la organización adquirida (20%) y la ciberseguridad (17%).
"Sin embargo un 78% dijo que no hacía revisiones forenses de la organización a adquirir y un 73% dijo que no hace una debida diligencia asociada a riesgos e integridad. Ahí vemos una brecha que podría ser cerrada", añade Cecilia Melzi.
El uso de los datos se ha vuelto cada vez más necesario en el mundo operativo, pero también se trata de un espacio sensible que puede vulnerar la privacidad de personas, empresas u otras organizaciones. ¿Cómo trabajan las empresas en la protección y en la ética con los datos? Un
“Aquí vemos que podría ser un exceso de confianza porque un 94% está segura de que su empresa estaba haciendo todo lo necesario para proteger la privacidad de los datos de sus clientes. Sin embargo, un 66% dijo que no conocía legislación sobre protección de datos y un 38% también desconocía las políticas o procedimientos para acceder o utilizar datos. Estas políticas son muy importantes”, señala Melzi.
La cultura de integridad es más que políticas escritas
Así, EY Perú concluye en que las empresas que decidan poner la integridad en el centro de sus operaciones serán más resistentes y estarán en mejores condiciones para enfrentar la crisis generada por la pandemia, así como la postcrisis. De igual forma, Cecilia Melzi insiste que la cultura de integridad es más que una política escrita o un documento, sino es una visión o un valor que deben practicar todos en la organización, incluyendo los socios y terceros.
“Para cerrar esa brecha entre lo que se quiere y lo que está pasando, tenemos que mejorar la efectividad de sus programas de cumplimiento. La efectividad se monitorea a través de la tecnología y siempre protegiendo los datos. La integridad permite que las organizaciones se mantengan consistentes y cumplan sus compromisos con los grupos de interés. Eso va a lograr que se incremente la confianza y va a decantar en que se respeten las leyes y se cumpla con la regulación, pero el espíritu es ser consistentes con la misión y cumplir los compromisos que uno ha establecido”, comenta la Socia de EY Perú.
Finalmente, Rafael Huamán sostiene que las empresas, a través del cumplimiento de compromiso con sus grupos de interés, se vuelven dignas de confianza. “El efecto que se genera es que fortaleces la relación de confianza con tu grupo de interés. La integridad es una condición necesaria para que las empresas sean consideradas dignas de confianza. Esto les va a permitir diferenciarse, asegurar su valor y sostenibilidad en el largo plazo. Cuando dejas de ser digno de confianza, se alejan los clientes, se alejan los talentos, se alejan las fuentes de financiamiento y pierdes valor. Esto es lo puede estar ocurriendo en este contexto de mucha presión y crisis”, indica el socio de EY Perú.