(Foto: Bloomberg)
(Foto: Bloomberg)

Por Chris Bryant (*)

Si su objetivo fuera escribir un en la industria automotriz, probablemente sería algo como lo que Volvo AB publicó el martes.


“Óxido de nitrógeno”, “América del Norte” e impacto financiero “importante” son frases que ningún accionista quiere leer después del escándalo de emisiones de diésel de Volkswagen AG.


Hasta ahora, los fabricantes de camiones habían escapado en gran medida al escrutinio que puso a los fabricantes de automóviles a la defensiva después del escándalo: de hecho, estudios mostraron que los camiones modernos son sorprendentemente limpios. Eso puede estar a punto de cambiar.


Afortunadamente, los problemas de emisiones de los camiones Volvo no se deben a una manipulación deliberada, sino que se trata de un componente de control de emisiones que se degrada más rápido de lo que anticipó la empresa.


Aun así, el resultado final es el mismo: algunos vehículos de Volvo han estado emitiendo niveles más altos que los permitidos de óxido de nitrógeno cuando fueron conducidos en las carreteras que cuando fueron probados por los reguladores en el laboratorio.


Los políticos, que han comenzado a prohibir los autos diésel altamente contaminantes de los centros urbanos de Europa estarán vigilando de cerca.


Problemas con un componente de emisiones defectuoso obligaron a Cummins Inc. a retirar alrededor de medio millón de camiones a principios de este año. La compañía terminó registrando un cargo de US$400 millones para cubrir las reparaciones.


En esta etapa, sin embargo, Volvo no puede cuantificar cuántos vehículos están afectados o cuánto costará arreglarlos.


La compañía dice que los mayores volúmenes de vehículos que podrían estar afectados se vendieron en Europa y América del Norte, pero esto no dice mucho porque, juntos, los dos mercados representan dos tercios de los ingresos de la empresa.


La buena noticia es que el problema técnico de Volvo no ha afectado el rendimiento de sus vehículos, lo que significa que los camioneros no pueden demandar a la empresa por facturas de combustible infladas. Pero los abogados ambientales contenciosos todavía pueden ver una posibilidad de ingresos aquí.


A falta de más información, los inversionistas han concluido que esto podría terminar costándole a Volvo una gran cantidad de dinero; la caída inicial del 5% de las acciones del martes borró más de US$ 1,500 millones en valor de mercado. Claramente, Volvo tiene muchas más explicaciones que dar.


(*) Esta columna no necesariamente refleja la opinión de la junta editorial o de Bloomberg LP y sus dueños.