Durante décadas, inversores, analistas, entrometidos, columnistas y chismosos se complacieron en analizar la gran pregunta sobre la dinastía de medios: cuando por fin se viera obligado a renunciar –ya fuera por edad, golpe o escándalo-, ¿cuál de sus hijos heredaría el trono de su vasto imperio? ¿James, Lachlan o Elisabeth? Ahora sabemos la respuesta. No habrá vasto imperio Murdoch que heredar. No habrá trono.

anunció el jueves que ha acordado pagar US$ 52,400 millones para adquirir buena parte del territorio que a Murdoch le llevó una vida acumular.

Entre otros activos, Disney tomará el control de los estudios de cine y televisión de , su serie de canales de televisión por cable, incluidos FX y National Geographic, sus participaciones en los canales de televisión satelital Sky y Star India y sus 22 canales regionales de deportes.

Hasta podría incorporar a uno de los hijos de Murdoch: se estima que James ayudaría a Disney en el proceso de integración y que podría quedarse y desempeñar un papel más importante.

Murdoch no queda por completo al margen. Seguirá al frente de una gran emisora, un canal de cable de deportes y de Fox News. En una entrevista de Sky News, Murdoch dijo que seguirá siendo el presidente ejecutivo, probablemente con su hijo mayor, Lachlan, como CEO.

Los Murdoch, por otra parte, tendrán una participación de más de 4% en Disney, lo cual los ubica entre los mayores accionistas. Pero eso no es un imperio. En un mundo cada vez más dominado por gigantes tecnológicas globales, se parece más a una provincia; tal vez un enclave.

Competencia por el control
Tal vez, como han especulado algunos, la nueva Fox recupere el diario y los activos editoriales que Murdoch escindió en 2013 y convirtió en una compañía aparte, News Corp. Pero incluso si eso pasa, la compañía resultante será minúscula en comparación con las dimensiones de Amazon, Google, Facebook y Apple, todas las cuales compiten por el control del futuro de los medios, las noticias, la información y el entretenimiento.

“Los Murdoch pasaron todo el año hablando de sus dimensiones”, dice David Folkenflik, autor de “Murdoch’s World: The last of the old media empires” (El mundo de Murdoch: El último de los viejos imperios de medios). “Y de pronto dijeron: ‘tenemos que venderle a otro para que pueda crecer y hacer frente a los gigantes. Es demasiado para nosotros’”.

Luego de la transacción con Disney sin duda persistirán interrogantes sobre la dinámica del poder familiar, pero será mucho menos lo que estará en juego. Ya no hay una acuciante necesidad de hallar a un brillante visionario global que reemplace al patriarca y navegue con destreza en la emergente esfera, compleja y de múltiples variables, del streaming global. Para Fox, los desafíos y las oportunidades serán mucho menores y también mucho menos abrumadores.

“Es el fin de una era”, dice Tom Watson, número dos del Partido Laborista británico, que desempeñó un papel clave en la compaña contra las escuchas telefónicas en los diarios de Murdoch en el 2011. “Después de 30 años de enérgica expansión de un imperio, ahora los Murdoch están en retirada”.