Redacción Gestión

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La crisis de lo ha puesto en primer plano: ¿hasta qué nivel pueden endeudarse las compañías sin poner en riesgo su solvencia? Está claro que la empresa sevillana cruzó la frontera y fue mucho más allá, pero es muy posible que no esté sola.

Bancos de inversión y gestores de fondos llevan semanas alertando sobre la excesiva deuda que están amasando las empresas de medio mundo en estos tiempos de dinero barato y exceso de oferta. La política monetaria ultralaxa parece haber enterrado en el olvido tanto las lecciones de la crisis como los esfuerzos que se hicieron durante la tormenta para recortar el pasivo.

«El apalancamiento está creciendo entre las compañías de Estados Unidos, Europa y Reino Unido», escribe Alberto Gallo, director de análisis de crédito de RBS, en un informe sobre las perspectivas del mercado realizado a mediados de mes.

El mal ha tomado velocidad de crucero en y , mientras que está algo más rezagado en la Europa continental, fruto de la diferente velocidad de recuperación de cada zona. Y los números están ahí para demostrarlo: las 1,500 principales empresas de Estados Unidos han disparado la proporción de deuda neta sobre ebitda, según un informe de .

Mientras que durante toda una década, la que va desde 2004 a 2014, la relación ha sido de igual a igual, a partir de mediados del año pasado el endeudamiento se disparó, mientras que el ebitda ha ido incluso a la baja.«El dinero gratis de la Reserva Federal ha provocado una borrachera de crédito corporativo sin precedentes que ha dado lugar a un exceso de gasto, sobre todo en la recompra de acciones», señala Albert Edwards, estratega del banco de inversión francés.

Porque ese es uno de los problemas: a qué destinan las empresas el dinero que piden a los bancos y a los inversores. Ahí están otra vez los números y la conclusión es que buena parte va a operaciones corporativas y a recompras de acciones.

«Una vez más, las empresas han elegido tirar el dinero comprando sus propias acciones a valoraciones que están en niveles de la parte alta del ciclo. Estamos muy bien preparados para otra crisis», ironiza Edwards en el informe de Société Générale.

Tampoco las operaciones corporativas tienen buena prensa, sobre todo cuando implican un alto apalancamiento justo antes de lo que se anticipa como un cambio de ciclo en los tipos de interés. Alberto Gallo avisa: «Comprar crecimiento con financiamiento barato en lugar de hacerlo a través de inversiones y expansión sugiere, junto con los precios inflados de las acciones, que se está formando una burbuja».

Cuidado con la deuda netaEn este escenario, hay expertos que alertan de que ni siquiera vale con mirar la deuda neta, por mucho que los indicadores estén mostrando un crecimiento de este parámetro que hace mucho que dejó de acompasarse a una mejora de los resultados.

Hay que ir más allá y apuntar a la deuda bruta si no se quiere que el susto en caso de estallido sea mayor, sobre todo por el uso que se pueda estar haciendo de la caja y de otras inversiones financieras en los cálculos. «Las empresas necesitan un determinado nivel de caja para mantenerse operativas», recordó Gary Herbert, gestor de carteras de renta fija de Legg Mason, durante una presentación realizada en Madrid.

Restar la caja de la deuda de una compañía y no vigilar la evolución de su capital circulante solo puede llevar a malas interpretaciones sobre su salud financiera, dicen los expertos. Y Abengoa es un ejemplo. En cuanto salieron a la luz los primeros problemas relacionados con la contabilización de su pasivo, las agencias de ráting cambiaron la métrica neta por la bruta para evaluar la solvencia de la compañía.

«El apalancamiento financiero de Abengoa es muy elevado, con una deuda bruta que llega a las 7.9 veces el ebitda de 12 meses», señalaba en un informe del pasado día 19.

El gestor de Legg Mason pone el foco en las cada vez más laxas condiciones y garantías con las que se está concediendo la financiación. «Las estructuras de capital son cada vez más agresivas», apunta Gary Herbert. Si a eso se une la alta ratio de apalancamiento bruto sobre ebitda, que se ha disparado un 60% desde 2002, según sus datos, el resultado puede ser muy desagradable.

«Muchos inversores pueden terminar convertidos en accionistas y eso no es lo que deseaban. Mucho cuidado con el mercado de crédito», añade.

Todo ello, en un momento en que el cambio de ciclo de los tipos de interés está a la vuelta de la esquina. Por supuesto, no en Europa, pero sí en Estados Unidos. Y la cascada puede comenzar. «Haber retrasado el incremento de los tipos mucho más allá del punto en el que siempre se han subido en los ciclos precedentes ha permitido que un monstruo con aspecto de orco naciera, creciera y saliera a la luz del sol, gruñendo y listo para la batalla», avisa el estratega de Société Générale.

Abengoa ha estallado con todo a favor. ¿Qué pasará cuando los tipos suban y las empresas tengan que refinanciar sus préstamos y sus bonos a costes mucho más altos?, se preguntan los expertos.

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