(Bloomberg) Jeffrey Immelt ha pasado su carrera en la gran ola de la globalización. Ahora, advierte, la era del comercio desenfrenado ha llegado a su fin.

No es sólo la llegada de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos, dijo Immelt, que hace mucho tiempo que está al frente de General Electric Co. Una convergencia de fuerzas, tanto económicas como políticas, ha socavado el orden de posguerra y plantea nuevos desafíos –y oportunidades- a las grandes empresas del mundo.

En una amplia entrevista del editor de Bloomberg, John Micklethwait, Immelt presentó sus ideas para moverse en las realidades actuales del comercio global, así como sobre un nuevo presidente estadounidense que no vacila en decir a los ejecutivos cómo deberían manejar sus empresas.

Trump lleva menos de dos semanas en funciones y ya ha generado indignación mundial con sus planes de amurallar la frontera con México y reprimir la inmigración.

"No pensamos que cosas como los muros sean buenas ideas", dijo Immelt, que es miembro del consejo de manufactura del presidente, durante la entrevista realizada en Boston, la nueva sede de GE. "Quiero destacar la importancia de que los Estados Unidos tengan buenas relaciones con posibles clientes del mundo".

Immelt, que tiene en cuenta al presidente y también un mercado mundial para las turbinas a gas, motores de avión, locomotoras y máquinas de ultrasonido de GE, dijo que haría especial hincapié en la importancia de fuertes lazos entre los Estados Unidos y China.

La compañía depende de los mercados internacionales para obtener más de la mitad de sus ventas, que el año pasado sumaron unos US$ 120,000 millones.

Viraje proteccionistaImmelt dijo que la elección de Trump subrayó un marcado viraje hacia presiones proteccionistas que se viene desarrollando desde hace un tiempo. Otro ejemplo es el voto del Reino Unido a favor del Brexit, la decisión de abandonar la Unión Europea.

Los empresarios, dijo, desempeñarán un papel central en lo relativo a alejar a Trump de políticas que podrían resultar perjudiciales por más que la globalización que el mundo conoce ha comenzado a revertirse.

"Nuestra tarea es navegar en el sistema actual, pero al mismo tiempo comunicarnos con quienes votaron por el Brexit o a los que eligieron al presidente Trump y decir: 'En definitiva, si queremos crear más empleos no debemos alejar al mundo entero'", señaló.

Trump podría tener un impacto beneficioso en las compañías estadounidenses mediante la simplificación de las regulaciones –"Lo apoyo con todas mis fuerzas", dijo Immelt- y la modificación de los códigos tributarios.

El CEO admitió la existencia de posibles obstáculos a la reforma impositiva, entre ellos la oposición de las firmas minoristas y otros sectores que dependen en buena medida de las importaciones, a diferencia de GE, que es una fuerte exportadora.

También defendió los hábitos de Twitter de Trump, al tiempo que sugirió que sus motivos no son particularmente extraños.

"No tiene nada de malo que el presidente Trump quiera incorporar empleos en manufactura", dijo Immelt. "El presidente de China quiere incorporar empleos en manufactura, al igual que el presidente de México y la canciller alemana".

GE ha creado centros locales de manufactura en distintos lugares del mundo, lo que hace que la compañía dependa menos de acuerdos comerciales. Mientras que la empresa sigue afirmando que es preferible la globalización, un viraje hacia políticas más aislacionistas afectará de manera desproporcionada a las compañías más chicas, que no pueden adaptarse con tanta facilidad, indicó Immelt.

"En nuestro caso, no dependemos de acuerdos comerciales. No necesitamos acuerdos comerciales para ser efectivos en el plano global", agregó. "Hoy las cosas se hacen país por país, negocio por negocio".