Redacción Gestión

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(Bloomberg Gadfly).- Los votantes británicos le han propinado una bofetada a , pero le ha dado un respiro. La empresa ha de utilizar este tiempo de gracia para reducir la deuda de 50,000 millones de euros (US$ 55,200 millones) si quiere cumplir su promesa de mantener la preciada calificación crediticia de grado de inversión.

La telefónica española está teniendo dificultades para mantenerse a flote después de que las autoridades reguladoras frustraran en mayo su gran plan de reducción de deuda con la venta de O2, su negocio en el Reino Unido, por 10,250 millones de libras (US$ 13,300 millones).

El resultado inesperado del referéndum británico a favor de también ha descarrilado su plan de vender acciones en la empresa o de encontrar un comprador distinto.

La decisión del Banco Central Europeo de incluir deuda corporativa en su programa de compra de bonos este año está ayudando a mantener controlados los costes de financiación de Telefónica y de otras empresas europeas. Pero la presión para que la empresa reduzca su nivel de apalancamiento no ha cedido.

Moody's ya ha rebajado la perspectiva de la calificación crediticia de Telefónica de Baa2 a negativa y dice que quiere ver "pruebas claras del progreso" hacia el desapalancamiento este año. Carlos Winzer, analista de la agencia de calificación, opina que Telefónica debe reducir su deuda en unos 14,000 millones de euros para que la dirección pueda lograr el objetivo de una ratio de deuda neta a Ebitda de 2.35 veces.

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La venta de O2 es la única medida disponible que realmente podría tener un impacto significativo en la reducción de la deuda. Pero parece que la suerte no está de parte de la operadora para que esto suceda pronto. Entretanto Telefónica tiene que seguir un enfoque fragmentado de varias opciones mientras espera a que las condiciones de mercado cambien a su favor.

Puede que la dirección de Telefónica se haya leído el informe. La empresa anunció el lunes que recaudará unos 322 millones de euros con la venta de una participación del 1.5% en China Unicom, una gota en el océano. La española tiene que hacer mucho más.

Telefónica debería seguir prestando atención a sus planes de venta del 49% de Telxius, la empresa de infraestructuras. La colocación de acciones inicial estaba prevista para julio, pero la empresa también aparcó estos planes tras la votación del .

La venta podría captar unos 2,000 millones de euros y, siempre que pueda obtener una valoración decente, Telefónica debería intentar seguir adelante con la operación; no debería esperar con esta operación tampoco. Una medida que sí debería adoptar de inmediato es la de o bien suspender el pago de dividendos de inmediato o pagarlo totalmente en acciones, con lo que ahorraría unos 2,800 millones euros, según cifras de dividendos del 2015. A los accionistas no les gustará ninguna de las dos medidas, pero el problema de deuda de Telefónica es más acuciante.

Telefónica también tiene otras inversiones minoritarias en las que podría desinvertir para captar hasta 700 millones de euros, según Mirabaud Securities, como la inversión restante en China Unicom, una participación del 0.7% en BBVA o incluso el negocio de televisión en Argentina.

Otra opción interesante también podría ser la venta de bonos híbridos, unos títulos totalmente subordinados que incluyen condiciones como la suspensión del pago de los cupones de ser necesario. Al calcular el nivel de deuda neto de una empresa, Moody's las considera como mitad capital y mitad deuda.

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No son una apuesta segura puesto que las agencias de calificación pueden cambiar de opinión sobre cómo se cuentan estos valores; el año pasado S&P decidió que 29 bonos híbridos, entre ellos uno de Telefónica, ya no cumplían el requisito de 50% capital. Pero en un mundo de tipos de interés negativos, unos cupones más altos de la deuda podrían resultar atractivos por lo que puede valer la pena el intento.

Telefónica ya cuenta con una deuda híbrida de alrededor de 5,500 millones de euros de estos instrumentos en su balance, y Winzer de Moody´s dice que hay margen para otros 5,500 millones de euros.

El abanico de medidas que la empresa debe tomar supone un triste impasse para José María Álvarez-Pallete, que asumió el puesto de máximo responsable de la empresa en abril. Sólo han pasado cuatro años desde que la empresa suspendió dividendos por primera vez en su historia, durante el punto álgido de la crisis de deuda en Europa.

La compañía parece estar atrapada de nuevo en medio de importantes cambios históricos. Lo único que Álvarez-Pallete puede hacer por ahora es mostrar que está decidido a resolver los problemas de Telefónica de una vez por todas.

Esta columna no refleja necesariamente la opinión de Bloomberg LP o de sus propietarios.