Los lazos entre Wall Street y los políticos están sujetos a mucho escrutinio. No por nada, el banco de inversión Goldman Sachs es apodado “Gobierno Sachs”. ¿Pero cuán importantes son las billeteras en Nueva York para el éxito político en Washington DC? Esa relación puede cuantificarse usando la abundante data existente sobre donaciones a campañas electorales. No es una tarea gratificante.
Lo primero es decidir quién conforma la élite de Wall Street. Además de los CEO de bancos como JPMorgan Chase y Morgan Stanley, también incluye a los de ciertos fondos de cobertura, firmas de capital de riesgo, y administradoras de activos y de patrimonio en Nueva York, Nueva Jersey y Connecticut. Asimismo, figuran los multimillonarios neoyorquinos de la lista de Forbes, que hicieron fortuna mediante algún vehículo financiero, como Michael Bloomberg.
Bajo este criterio, los financistas suman 68. De ellos, 52 han donado dinero en al menos uno de los dos últimos ciclos de elecciones generales (2015-2016 y 2019-2020). Sus fortunas están valorizadas en US$ 310,000 millones y manejan compañías con activos por más de US$ 32 millones de millones.
Las estimaciones de sus contribuciones políticas se han extraído de la data de donaciones individuales de la agencia reguladora Comisión Federal de Elecciones (*). The Economist contactó a grandes donantes para verificación, pero no todos respondieron. La mayoría protege sus apuestas: aportan a campañas de ambos partidos. Pero en el pasado, los más generosos han sido leales a uno.
Ocho de los 52 aportaron exclusivamente a campañas del partido Republicano en el ciclo 2015-2016, entre ellos Cliff Asness, cofundador de la gestora de inversiones AQR Capital Management; Robert Mercer, entonces CEO del fondo de coberturas Renaissance Technologies; y Paul Singer, fundador de la firma de inversión activista Elliott Management.
Nueve hicieron lo propio con candidatos del partido Demócrata, incluidos Jim Simons, entonces colega de Mercer y fundador de Renaissance; el veterano de los fondos de cobertura George Soros; y David Elliot Shaw, fundador del fondo de cobertura D.E. Shaw.
Desde dicho ciclo, solo tres que contribuyeron a campañas republicanas se han mantenido unipartidistas, entre ellos Singer y Mercer. Para las elecciones del 2016, las donaciones totales se dirigieron mayormente a candidatos republicanos, pero ahora están emparejadas.
Poniendo de lado las inclinaciones políticas, mucho más ha cambiado desde los últimos comicios. Para empezar, los montos han caído. El 2016, los financistas dieron US$ 130 millones a campañas políticas, 1.4% del total. En lo que va del actual ciclo, su participación es 0.5%. Sorprende que alrededor del 20% de quienes aportaron significativamente el 2016 no hayan desembolsado nada el 2020.
Esto es principalmente el resultado de una disminución en donaciones a las campañas presidenciales, en particular la de Donald Trump. Stephen Schwartzman, CEO de la firma de capital de riesgo Blackstone, que ha contribuido con más de US$ 18 millones este año, frente a US$ 5 millones el 2016, es el único titán que ha incrementado su apoyo para el mandatario. Mercer dio más de US$ 15.7 millones a comités afiliados a Trump el 2016, pero ahora ha destinado menos de US$ 400,000.
Algo similar ocurre con Joe Biden, el candidato demócrata. Sus dos mayores simpatizantes en Wall Street son Soros y Shaw, que han aportado US$ 500,000 cada uno, menos de lo que donaron para Hillary Clinton en este punto de su competencia contra Trump el 2016. Lo que está atrayendo más atención son las elecciones al Congreso.
El grupo de Wall Street ha desembolsado más de US$ 8 millones para candidaturas al Senado y US$ 19 millones para las de la Cámara Baja, el triple del total destinado a las elecciones congresales el 2016. El “Comité de Acción Política Mayoría Senatorial” (SMP) es particularmente popular entre los donantes demócratas. Shaw ha aportado más a campañas para el Senado que para Biden y Simons ha donado US$ 3.5 millones al SMP.
La elección al Senado es de gran interés porque se la considera bastante apretada. Pero los bajos montos desembolsados para la batalla presidencial podrían reflejar una realidad desalentadora —ni Trump ni Biden generan mucho entusiasmo—. Por lo menos, a quienes les preocupa que Wall Street tenga a Washington en el bolsillo pueden tener como consuelo que, hasta ahora, los financistas no están proporcionando las cantidades de dinero que pudiesen ayudar a definir la carrera.
(*) Los donantes también pueden hacerlo a través de organizaciones benéficas, que no siempre están obligadas por la reguladora a revelar los nombres de los aportantes. Un vocero de George Soros confirmó que sus donaciones a través de su ONG Fund for Policy Reform para el ciclo 2019-2020, son significativamente mayores que sus contribuciones individuales.
Traducido para Gestión por Antonio Yonz Martínez
© The Economist Newspaper Ltd, London, 2020