Pocos días después de haber reiniciado sus actividades, tras el fin de la cuarentena total ordenada por el Gobierno peruano, el caótico sistema de transporte de Lima se ha convertido en un nuevo foco de contagio y está a punto de colapsar en medio de exigencias de subvenciones económicas estatales.

La alerta fue lanzada por el alcalde de Lima, Jorge Muñoz, y por los concesionarios del sistema de transporte del Metropolitano, que han señalado que este servicio puede paralizarse desde la próxima semana, lo que afectará a millones de limeños que usan los grandes autobuses, principalmente, para ir a sus centros de trabajo.

Pero esa es la afectación que sufre la parte más "moderna" de un sistema caótico y desarticulado, que muestra su peor cara en el servicio de combis y buses medianos que también han vuelto a recorrer a toda marcha la ciudad sin respetar las condiciones sanitarias elementales para evitar que la epidemia acelere nuevamente su impacto en el quinto país del mundo, y el segundo de Latinoamérica, con mayor cantidad de casos dela COVID-19.

Millones de dólares para subsistir

"Estamos viviendo con oxígeno prestado y eso puede hacer que el paciente pueda en cualquier momento fallecer. Ese es un símil en estos momentos. Eso va pasar con el servicio del Metropolitano", declaró esta semana el alcalde Muñoz al revelar la crítica situación que afronta el sistema formal de transporte capitalino.

El Metropolitano es un sistema de transporte que entró en operaciones en el 2010 por una vía segregada que recorre 17 distritos y 36 kilómetros de Lima, controlada por la municipalidad de la capital peruana y en la que brindan servicio cuatro operadores privados.

Muñoz aseguró que había hecho hasta tres pedidos de reajuste en el subsidio que pide al Ministerio de Economía sin obtener una respuesta positiva y consideró "realmente deleznable" que hasta el momento solo se haya autorizado la transferencia de S/ 8 millones (US$ 2.35 millones) a la municipalidad para la desinfección de los autobuses.

Por ese motivo, instó al Ejecutivo para que evalúe un subsidio que garantice la continuidad del servicio y también se evite un eventual incremento en el precio de los pasajes, fijado actualmente en S/ 2.50 (US$ 0.73), ya que los autobuses del Metropolitano operan con menos de la mitad de su capacidad para cumplir las restricciones sanitarias ordenadas por la epidemia.

Este viernes, el abogado de los concesionarios del Metropolitano, Juan Salinas, agregó que su contrato señala que, en situaciones de emergencia, el Estado debe reembolsar "los costos directos adicionales y razonables que permitan la continuidad del servicio" y que un incremento en el precio del pasaje es "inviable" en la actual crisis económica que afronta el país.

La situación es tan difícil que incluso consideró que un pedido de S/ 148 millones (US$ 43.5 millones) que ha hecho la Municipalidad de Lima para subsidiar al sistema de transporte solo cubriría los gastos hasta octubre.

Reacción del gobierno

Ante la alerta generada en la ciudadanía, el ministro de Transportes, Carlos Lozada, salió este viernes al paso para asegurar que el Metropolitano es "esencial" para Lima, por lo que ofreció que antes del 15 de julio el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) dará una nueva norma para subsidiar las operaciones hasta fin de año.

"Estamos haciendo los esfuerzos para que en un muy breve plazo tengamos la norma del subsidio", declaró Lozada antes de asegurar que la titular del MEF, María Antonieta Alva, "ha mostrado su completa disposición para poder trabajar y tener una norma para garantizar la sostenibilidad" del sistema.

Poco antes, Alva había negado que no se quiera otorgar el apoyo económico, pero dijo que el alcalde Muñoz "tiene que sustentar, que ya se agotaron los mecanismos" para que el Ministerio de Economía pueda hacer "una calificación del monto del subsidio" a un sistema en el que trabajan empresas privadas.

Focos de contagio

La situación de crisis en el transporte de Lima no es exclusivo de este sistema, el más moderno de la ciudad, sino que también comprende a otras empresas formales que compiten en la ciudad con miles de pequeñas unidades y colectivos informales que encuentran respaldo en la necesidad de transporte de los ciudadanos.

Ya a fines de mayo pasado, cuando la cuarentena nacional aún se encontraba vigente, el presidente de Perú, Martín Vizcarra, alertó que los paraderos y los vehículos de transporte público se estaban convirtiendo en los nuevos focos de contagio de la epidemia.

Con el paso de los días esa situación parece haberse agravado, más aún desde que el Gobierno dio por concluida la cuarentena nacional el 1 de julio, como una medida urgente para afrontar la grave crisis económica causada por la paralización de las actividades productivas durante más de cien días.

Se vio desde entonces largas colas de pasajeros desesperados por embarcar en la Línea 1 del Metro de Lima, usar el servicio del Metropolitano y subir a las combis, en su gran mayoría informales, que recorren una ciudad de más de 10 millones de habitantes.

En ese escenario, los controles del Ministerio de Salud (Minsa) confirmaron lo que ya todos sabían: que el coronavirus ha desplazado su foco de los mercados, que inicialmente fueron los grandes puntos de contagio, y ahora viaja en el transporte público de la ciudad.

Poco efecto han tenido las insistentes recomendaciones de las autoridades para que se respeten medidas básicas de distanciamiento social, el uso de mascarillas y la higiene constante de manos en transportes que los ciudadanos abarrotan por la urgencia de llegar a sus trabajos o volver a sus casas.

La situación es tan clara que incluso la Unidad de Inteligencia y Análisis de Datos de la seguridad social ya señaló que el "Mapa del calor" que sigue la evolución de la enfermedad ha establecido que avenidas con alto tránsito en la ciudad, como Colonial, Brasil y Universitaria, son los mayores focos de contagio de la epidemia.

Ante esto ha reaccionado la Autoridad de Transporte Urbano para Lima y Callao (ATU) que este viernes informó que ya aprobó el reglamento para otorgar un subsidio a empresas formales de transporte público y que se implementará el sistema de pago "sin contacto" para prevenir el latente riesgo de la enfermedad.

Los limeños no son ajenos a esta realidad y buscan una salida, tal como confirma el incremento en la venta de bicicletas, un transporte que parece recibir un gran impulso a pesar de que Lima cuenta con muy pocas vías especiales para ciclistas y su tráfico se mueve sin ninguna consideración hacia ellos.

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