La pandemia nos ha recordado brutalmente nuestras debilidades. No somos el milagro económico que algunos quisieron ver. Es verdad que tenemos fortalezas, fundamentalmente en lo macro, pero nuestras debilidades son mayores en los temas que importan más para el desarrollo en el largo plazo.
Entonces, necesitamos una transformación productiva para revertir este dualismo económico y productivo. Ello no se va a lograr con políticas transversales estándares que son genéricas, que no ofrecen una hoja de ruta, un cómo; hay que ir más allá de esto, hay que ser más realistas. Tampoco creo que podamos pensar en una industrialización masiva, o estas políticas industriales en general, que no han cambiado mucho la receta en los últimos 40 o 50 años.
El objetivo son políticas productivistas que reconozcan que la solución tiene que pasar por un proceso de cooperación entre múltiples actores -públicos y privados, a nivel nacional y subnacional-, este es un trabajo conjunto. Esto requerirá, obviamente, un mejor Estado.
Pero en vez de una “gran reforma” del Estado, mi propuesta es empezar por transformar y fortalecer el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), que al ser el ministerio que asigna el presupuesto público tiene mayor capacidad para iniciar esta transformación productiva del país, incluso más que los ministerios sectoriales; este debe usar el “arma del presupuesto” para forzar a ministerios a enfocarse más en temas productivistas. Además, el proceso no es asignar el presupuesto público nada más, sino acompañar a los gobiernos subnacionales.
¿Hay espacio para reformas? La economía está muy golpeada y tenemos una restricción fiscal, restricción presupuestaria más aguda. Pero, la razón por la que no hemos logrado cosas no pasa por recursos necesariamente.
Entonces, si tenemos una restricción de recursos más agudos, necesitamos políticas más inteligentes, enfocadas, en línea con lo que he mencionado. Porque con la misma cantidad de dinero se puede hacer más. No es que no gastamos recursos, sino que se usan mal. El hecho de que la pandemia nos haya golpeado no nos hace menos capaces de emprender reformas de largo plazo, porque no solo son reformas laborales, son inclusiones productivas, y no tiene oposición a nivel regional.