Dólar sube en medio de terremoto político. (Foto: Getty)
Dólar sube en medio de terremoto político. (Foto: Getty)

"Es nuestra moneda, pero es su problema", le dijo al mundo John Connally, secretario del Tesoro de Richard Nixon, en 1971. Casi medio siglo después, su sucesor Steven Mnuchin entregó básicamente el mismo mensaje en el Foro Económico Mundial en Davos, Suiza. Pero es el mercado, no los gobiernos, el que fija los valores en el ámbito cambiario.

"Obviamente, un dólar más débil es bueno para nosotros, ya que se relaciona con el comercio y las oportunidades", dijo el miércoles Mnuchin a los periodistas en Davos. El valor a corto plazo de la moneda, dijo, "no es nuestra preocupación".

Poco después de la decisión del presidente Donald Trump de imponer aranceles a los paneles solares importados y las lavadoras, los comentarios de Mnuchin han despertado la preocupación de que el gobierno de Estados Unidos convertirá al dólar en un arma como parte de una guerra comercial. "No es el momento para tener ningún tipo de guerra de divisas", dijo la directora gerente del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, en una entrevista de Bloomberg TV con Francine Lacqua y Tom Keene.

A primera vista, el descenso del dólar se suma al dilema de política de Mario Draghi. Como señaló el lunes mi colega de Gadfly Marcus Ashworth, el presidente del Banco Central Europeo tiene que ejecutar un complejo tango en el debate sobre cuándo finalizar la flexibilización cuantitativa a medida que continúa el repunte económico de la zona euro.

Sobre una base ponderada según el comercio, el euro ha subido alrededor de 10% en el último año. Sería difícil argumentar que su ascenso no refleja el mejor escenario económico en el que Draghi está operando actualmente.

Pero un euro más fuerte ejerce presión a la baja sobre la inflación, la que el BCE necesita acelerar desde la tasa del 1.4%de diciembre para alcanzar su objetivo de aumentos de los precios al consumidor cercanos, pero por debajo, del 2%. Si Draghi se esfuerza demasiado para hacer bajar el euro en la rueda de prensa del jueves, corre el riesgo de exacerbar la situación, lo que podría ser contraproducente al hacer que el dólar descienda aún más.

Mnuchin defendió sus comentarios el jueves por la mañana, calificándolos de "coincidentes con lo que dije antes".

Tiene razón; en enero de 2017, poco después de sus audiencias de confirmación, Mnuchin escribió en respuesta a una pregunta de un senador que "de vez en cuando, un dólar excesivamente fuerte puede tener implicaciones negativas a corto plazo en la economía".

Un poco más de contexto histórico puede ayudar aquí. Robert Rubin comenzó el juego de cantar el mantra del dólar fuerte a mediados de la década de los noventa. Se convirtió en una consigna para sus sucesores.

"Cuando nos preparemos para cambiar la política monetaria, voy a alquilar el Yankee Stadium y conseguiré una banda para que todos sepan que estamos cambiando", dijo Paul O’Neill cuando ocupaba ese cargo en 2001.

Pero en 2008, cuando ya no ocupaba el cargo, O’Neill hizo la siguiente confesión:Cuando era secretario del Tesoro, se suponía que no debía decir nada más que "dólar fuerte, dólar fuerte". Señalé entonces y lo volvería a hacer ahora que la idea de una política de dólar fuerte es un concepto vacío.

Según los conceptos vacíos, la idea de que los guardianes de la estabilidad financiera pueden hacer subir o bajar los valores en el mercado cambiario de cualquier manera que no sea transitoria tiene una potencia que ignora su fracaso a lo largo de los años para lograr tal objetivo.

Sin embargo, con el mundo de divisas observando más de cerca que nunca, Draghi necesitará todas sus habilidades retóricas para caminar en puntillas en torno a las preguntas sobre divisas que sin dudas surgirán el jueves.