Redacción Gestión

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SOBRESTIMADOS. Desde que los representantes del Poder Ejecutivo pusieron las palabras "vacas flacas" y "crisis" en boca de todo el mundo, el país ha desarrollado un tipo de obsesión con la cifra exacta a la cual crecerá el (PBI) durante este año.

A comienzos de año, el gobierno le había asignado expectativas de crecimiento a la economía nacional de entre 6.0% y 6.3%. En agosto, sin embargo, cuando esta cifra ya era evidentemente inalcanzable, el (MEF) la rebajó a un 5.7%, proyecciones que siguen vigentes al día de hoy.

No obstante, como lo fue confirmando el transcurso del tiempo, esta tasa también suena inverosímil. Según el INEI, el PBI del mes de agosto fue tan solo 4.31%. Es decir, a partir de setiembre la producción nacional tendría que escalar a un ritmo mensual de 6.7% para satisfacer los estimados del MEF. No solo que este ritmo no es concebible desde nuestra perspectiva, sino que la información disponible para los últimos meses lo confirma. Según el reporte de los Indicadores Líderes del MEF, en setiembre la economía habría crecido entre 4.8% y 5.3% (según otras fuentes el resultado sería menor). Y para octubre, después de corregir a la baja sus estimados, el MEF calcula que creció entre 5.0% y 5.5%. Lo curioso es que aún si se cumpliesen los estimados del MEF para el cuarto trimestre del año, la economía no lograría llegar a la meta impuesta por el mismo organismo.

¿Entonces por qué no sincerarnos y admitir que este año creceremos alrededor del 5%, como muchos analistas estiman? ¿Por qué existe temor a esta cifra? Quizás ayude a perder este miedo irracional saber que el mundo y la región –América Latina-, ambos crecerán por debajo del 3% en el 2013. O quizás, que las cuentas fiscales, los niveles de deuda y las reservas internacionales nunca han estado en mejores condiciones en la historia de . O quizás ayude saber que a partir de setiembre, la economía habría empezado a rebotar de su punto más bajo y las proyecciones para el próximo año son más optimistas respecto a este.

De cualquier forma, crecer alrededor del 5% no tiene nada de malo. Menos aún dado el contexto internacional. Y, pese a los esfuerzos del gobierno por esconderlo, ahí es donde apuntamos. Es hora de sincerarnos con nosotros mismos.