Hace 50 años, Milton Friedman puso un clavo en el ataúd de la versión original de la Curva de Phillips al prever acertadamente que Estados Unidos podrían padecer al mismo tiempo de alto desempleo y elevada inflación.

Cada vez más economistas tratan de dejar atrás la Curva de Phillips 2.0, todavía en uso en la Reserva Federal y otros bancos centrales para orientar la política monetaria.

En la reunión anual de la Asociación Estadounidense de Economía (AEA, por la sigla en inglés), celebrada del 5 al 7 de enero en Filadelfia, diversos economistas cuestionaron la utilidad de un concepto básico de la economía dominante que vincula variaciones de la inflación con fluctuaciones del desempleo.

"La curva de Phillips es una idea tremenda", dijo Robert Hall, profesor de la Universidad de Stanford en California, que también dirige el comité de fechado de las recesiones de la Oficina Nacional de Investigaciones Económicas.

El escepticismo sobre la Curva de Phillips es significativo porque la Reserva Federal y otros grandes bancos centrales dan por sentado que las reducciones del desempleo alientan aumentos del salario y elevan la inflación, que consideran demasiado baja.

De hecho, ese es el fundamento principal del plan de aumentos de las tasas de interés del banco central estadounidense.

Si la curva se quiebra, no está claro qué otro norte podrían adoptar los responsables de la política monetaria para contribuir a que la inflación regrese a las metas.

Cuestionamiento
En su discurso presidencial de 1967 ante la convención anual de los economistas, Friedman desafió el dogma imperante en la época -que los bancos centrales podrían microadministrar la economía aceptando un aumento de la inflación hoy a cambio de una reducción permanente del desempleo.

En respuesta a sus críticas -y a la estanflación que soportó la economía estadounidense en la década de 1970-, la curva de Phillips se modificó e incorporó la noción de una tasa natural de desempleo: si el desempleo caía por debajo de ese nivel, la inflación seguiría aumentando.

El teorema ahora también incluye un papel prominente para las expectativas de inflación, la idea de que, si los consumidores y las empresas esperan que los precios aumenten, actuarán de modo que eso suceda.

El problema es que ni siquiera la versión remozada de la teoría está resultando muy bien. Con un 4.1% en diciembre, el desempleo en EE.UU. estuvo muy por debajo del 4.6% que las autoridades de la Fed consideran equivalente a su tasa natural.

Sin embargo, la inflación subyacente de este año se ha desacelerado, no acelerado, y se mantiene por debajo de la meta de la Fed del 2%.

Eso lleva a algunos funcionarios del banco a cuestionar la estrategia. "No creo que tengamos el tipo de efectos de curva de Phillips en los que se sigue haciendo hincapié", dijo James Bullard, presidente del Banco de la Reserva Federal de St. Louis, en una entrevista de Bloomberg Television el 5 de enero durante un intervalo de la reunión de AEA.

’Muy, muy pequeño’
Bullard, que actualmente no ve la necesidad de más incrementos de las tasas de la Fed, dijo que los efectos inflacionarios del desempleo más bajo según los postula la curva de Phillips son "inexistentes" o "muy, muy pequeños".

Si bien Bullard no es un caso típico dentro del banco central -ninguno de sus colegas coincide en que deberían suspender la campaña de alza de tasas, y la mediana de sus pronósticos es de tres incrementos en 2018-, hasta economistas más tradicionales empiezan a tener dudas sobre la curva de Phillips.

El ex vicepresidente de la Fed Stanley Fischer respondió enérgicamente en la conferencia a las críticas de Hall y preguntó en un momento al profesor de Stanford si creía que la presidenta de la Fed, Janet Yellen, perdía el tiempo al tratar de administrar la economía, pese a lo cual pareció admitir que el teorema no parecía estar funcionando como se esperaba.