La “Fed”, el banco central de Estados Unidos, no es la única en haber subido su tasa de interés. (Foto: Reuters).
La “Fed”, el banco central de Estados Unidos, no es la única en haber subido su tasa de interés. (Foto: Reuters).

“La subió sus medio punto porcentual”. El anuncio probablemente haya parecido difuso y lejano para una parte del público en general. Sin embargo, esta decisión de la Reserva Federal estadounidense tiene consecuencias para todos los sectores de la economía mundial.

La “Fed”, el banco central de Estados Unidos, no es la única en haber tomado una medida de este tipo. Los bancos centrales del Reino Unido, Canadá o Polonia, por citar algunos ejemplos, cambiaron de política monetaria para luchar contra una inflación en alza.

Por el momento, el Banco Central Europeo (BCE) ha retrasado esta decisión, a pesar de que ya comenzó a retirar su apoyo a la economía.

Este giro marca el fin de la era del dinero gratis o casi gratis, tras años de tasas de interés muy bajas que permitieron a los Estados, las empresas y los hogares endeudarse a bajo costo.

Instrumento faro de los bancos centrales

Los tipos de interés son los principales instrumentos de los bancos centrales. Son tasas aplicadas a los depósitos o créditos de los bancos comerciales.

“De forma indirecta, hacen bajar o subir las tasas que los bancos van a facturar a sus clientes”, explica Éric Dor, director de estudios económicos de IESEG School of Management.

Tienen influencia también en las tasas del mercado de bonos: los de los Estados, que impactan en las tasas de interés de las empresas, se dispararon. Por ejemplo, la tasa del bono del tesoro estadounidense a diez años se duplicó en cinco meses y es de 3% actualmente. El de Francia pasó de cero a 1.5% en el mismo periodo.

A pesar de que el BCE aún no dio el paso de un aumento, “las tasas a largo plazo suben en Europa porque los mercados ya anticipan” que lo hará, continúa Dor.

Aumentar las tasas: ¿para qué?

“Los bancos centrales aumentan sus tasas cuando quieren luchar contra una inflación excesiva debido a una demanda muy elevada”, afirma este experto.

Actualmente las empresas aumentan sus precios para compensar las dificultades de abastecimiento y el aumento de algunas materias primas.

De su lado, los hogares que ahorraron durante la pandemia de COVID-19 pueden permitirse gastar más, lo que provoca una espiral de alza de los precios.

Es difícil prever en cuánto tiempo el aumento de las tasas de interés tendrá un efecto sobre el consumo, pero el poder adquisitivo de los hogares “ya se redujo con la inflación y el alza de las tasas de los créditos al consumo va a frenar sus gastos”, anticipa Maximilien Monot, gerente de la cartera de la empresa de gestión de fondos Monocle AM.

La situación también va a cambiar para los créditos inmobiliarios. Las tasas ya comenzaron a aumentar en Estados Unidos, empujadas por una fuerte demanda de los particulares y las dificultades de los constructores para terminar sus proyectos a raíz de los problemas mundiales de abastecimiento.

Las inversiones, frenadas

Si endeudarse ya no es gratis, las empresas deberán ahora pensar dos veces antes de hacerlo. En un primer tiempo, el impacto en las cuentas se hará sentir en el momento de refinanciar deudas contraídas a tasa cero.

Para los nuevos préstamos, la empresa deberá presentar un proyecto con un nivel de rentabilidad superior para garantizar su capacidad de pago. Los bancos e inversores serán más exigentes antes de brindar su apoyo financiero.

De manera mecánica, “las inversiones y la innovación se van a ver frenadas por la capacidad de endeudamiento”, advierte Maximilien Monot.

Sin embargo, no hay demasiada preocupación en el corto plazo, ya que esos efectos se harán sentir en las empresas dentro de un año.

Riesgo de recesión

Entre una caída del consumo -que hará bajar las ventas de las empresas-, inversiones reducidas, una inflación aún muy elevada y préstamos menos accesibles para los Estados y las empresas, Éric Dor piensa que “el riesgo de recesión es fuerte”.

Es el final del “cueste lo que cueste” de los Estados, ya que ahora ayudar a las empresas costará mucho más caro, es un freno adicional y podría provocar la quiebra de las “compañías zombis” que vivían de la perfusión desde hace años.

Los mercados financieros muestran ya señales de temores de una ola de cesación de pagos de empresas.