Bloomberg.- Cuando el 2 de octubre abrieron los mercados financieros, las acciones españolas bajaron, los rendimientos de la deuda soberana subieron y el euro se depreció significativamente frente al dólar, en tanto los inversores temían que la campaña a favor de la secesión en Cataluña pudiera conducir a una ruptura de España.

La preocupación está justificada, pero la crisis quizá también es exagerada y podría ofrecer oportunidades de inversión.

Cataluña representa un 16% de la población del país y más del 20% del producto interno bruto. Aproximadamente una cuarta parte de las exportaciones españolas corresponde a productos catalanes y más o menos la misma proporción de inversiones extranjeras que ingresan en España se destina a la región. Barcelona, la capital regional, es una gran ciudad europea y sigue teniendo un fuerte atractivo turístico.

Una España truncada podría disminuir la capacidad de servicio de la deuda del país, llevando a las firmas calificadoras a rebajar las obligaciones.

Los inversores, a su vez, tendrían que reevaluar los retornos ajustados al riesgo de tener títulos de deuda soberana y reconsiderar el potencial de ganancias de las empresas españolas que deberían lidiar con un mercado interno más pequeño.

Lo que sucede en Cataluña no queda sólo en Cataluña. Si la región logra independizarse de España, eso podría, por ejemplo, alentar los esfuerzos de Escocia por separarse del Reino Unido y del movimiento separatista flamenco en Bélgica.

Una Unión Europea que ya tiene dificultades para ser una región económica unificada podría, por el contrario, fragmentarse más, reduciendo las perspectivas para su economía y sus mercados.

Pero los sucesos de Cataluña también podrían representar un beneficio para los inversores. En el caso de España, hay oportunidades tanto a corto como mediano plazo.

Los mercados de bonos europeos reaccionaron al resultado del referéndum y la intensa represión española contra las protestas ampliando el diferencial entre los rendimientos sobre las obligaciones soberanas españolas y alemanas a 10 años, siendo estas últimas indicador del retorno "libre de riesgos" de Europa.

La brecha creció rápidamente desde 114 puntos básicos el 29 de septiembre hasta llegar a 133 puntos básicos el 4 de octubre y se mantenía todavía elevada en 122 puntos básicos el 9 de octubre.

No habiendo un gobierno de la Unión Europea que brinde un apoyo, tan siquiera verbal, al movimiento catalán, y con el gobierno del presidente Mariano Rajoy resueltamente opuesto a sostener discusiones con los separatistas, las perspectivas indican que España permanecerá intacta aun cuando el descontento siga bullendo en la región del noreste.

También cabe esperar que la amenaza de que los depósitos bancarios abandonen los bancos con sede en Cataluña y que las empresas se vayan, debilite la resolución catalana de separarse.

El gobierno español ya ha tomado medidas para facilitar a empresas y bancos mudarse de Cataluña, lo cual ejerce aún más presión sobre la región. España también tiene la amenaza de recurrir al Artículo 155 de la Constitución nacional para anular la autonomía de Cataluña.

Es probable que los mercados de bonos reflejen el alivio de los inversores cuando el gobierno español lo logre. Cierto consuelo ya llegó a través de los precios de los activos financieros.

Asimismo, en tanto está previsto que el Banco Central Europeo continúe su programa de compra de bonos en el futuro cercano, los rendimientos de la deuda española podrían bajar aún más y el diferencial con las obligaciones alemanas podría ajustarse.

Quizá no sea el fin de la experiencia positiva para los inversores. Las autoridades españolas han llevado a cabo reformas significativas con una limpieza del sistema bancario luego del colapso de los precios de las propiedades durante la crisis financiera, y esto podría acelerarse a la luz de la amenaza catalana.

Además, cabe esperar que nuevas medidas atraigan inversiones directas a España para compensar el efecto adverso de la votación catalana. Por ejemplo, incentivos fiscales y oportunidades de convertir deuda en capital suelen ser medidas utilizadas para promover las inversiones.

En suma, la situación de Cataluña es, tal vez, una tormenta en un vaso de agua, pero tiene importantes consecuencias para los inversores tanto en bonos como en acciones.