La crisis del coronavirus ha evidenciado la necesidad de acelerar la incorporación del dinero digital en el Perú, cuyo uso está muy por debajo del resto de la región. Mauricio Albán, fundador de B89, el primer banco digital en el el país, señala que el gran obstáculo es la brecha de acceso.
En el país, 20.4 millones de personas tienen un celular. De ellas, alrededor de 15 millones tienen un smartphone. El uso del efectivo aún es muy alto: 95% de peruanos lo utiliza para comprar.
Por eso, Albán recomienda que se generen incentivos tributarios para que el consumidor final quiera usar cada vez más el dinero digital. “Eso tiene gran impacto y es una forma de hacer una transformación culturalmente agradable para el cliente, y no de forma impositiva, pensando en su bienestar y beneficio”, opina Albán, quien participó en esta edición de la CADE Digital.
Otra forma es incentivar a que las empresas paguen ciertos beneficios sociales a través de medios digitales, como la pensión de jubilación. “Pero lo principal es incentivar al consumidor final porque tiene más impacto. Si solo se consigue que el dinero llegue a una cuenta digital, sin un incentivo para utilizarlo, solo se fomenta el uso de cajeros automáticos”, precisa el especialista.
Albán pone mucho énfasis en promocionar el dinero digital como medio de pago. “La forma de pagar a través de medios digitales tiene que estar omnipresente. Sin eso, tenemos un círculo vicioso de efectivo, que se ingresa de forma digital pero que al final uno lo saca para gastarlo".
Para conseguirlo, el fundador de B89 sugiere promocionar una plataforma abierta que permita la interoperabilidad de pagos. “Es decir, los reguladores deben decir que no va a haber un QR para Plin, otro para Yape y así otros más, sino uno solo. Ese QR va a ser interoperable y el cliente decidirá con qué medio pagar. Eso le da una dinámica más innovadora al mercado”, explica.
Si bien la pandemia incrementará la demanda de comercio electrónico de forma orgánica, Albán alerta de que ese impacto será muy reducido, ya que que el porcentaje de la población con acceso a este tipo de consumo es muy reducido. Por eso, la clave se centra en los incentivos al consumidor y la promoción de plataformas abiertas que permitan la interoperabilidad de pagos.