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Este fuerte desendeudamiento se dio no sólo por la reestructuración de la deuda del 2005 y 2010 sino además porque canceló US$ 190,000 millones durante los últimos 10 años, señala en un artículo de El Cronista Comercial, Daniel Dos Reis, presidente de Sir Home.

Según Dos Reis, la deuda se redujo a raíz del esfuerzo de los argentinos que sufrieron en menos infraestructura, menos y menores salarios. Este esfuerzo continuado llevó a este aparente agotamiento que se manifiesta en una incipiente recesión y una fuerte inflación con múltiples tensiones sociales.

Sin embargo, si se observa que los pagos de la deuda externa en capital e intereses, incluyendo los pagos al Club de París y los pagos por la adquisición del 52% de YPF, no superan los US$ 71,000 millones en los próximos 10 años, es decir que equivalen al 37% de lo que ha venido pagando, parecería que la situación no se agrava sino que tiende a mejorar, al menos en ese aspecto.

La idea se refuerza si se compara el PBI a valores corrientes del 2003 de US$ 128,00 millones con el PBI del año 2013 de US$ 487,000 millones, lo que mostraría que el esfuerzo comparable con los años anteriores en los pagos de deuda solo llegaría a un 15% de lo ya realizado.

La reservas del Banco Central de la República de Argentina que eran un 8% de la deuda pública neta en el 2003 ya alcanzaron en 2013 al 35% de la deuda pública neta. El gran obstáculo parece ser el no acuerdo con el total de los fondos buitre y el riesgo del lo que acrece el temor.

Ahora bien, el total de deuda aún no reestructurada e impaga excede los US$20,000 millones si el criterio del juez Griesa se impusiera a favor de todos ellos y en contra de lo que Argentina pretende. Sin embargo, parece ser que el esfuerzo jurídico de la Argentina podría imponerse aunque sea parcialmente de aquí a los primeros meses de 2015 y reducir esta cifra a menos de la tercera parte, y con un cronograma de vencimiento que alcanza los 10 años.

En ese caso no se afectarán las reservas del Banco Central de la Reserva de Argentina y por otra parte no cambiará grandemente el cronograma de pagos mencionado, ya que solo se acrecería en 10%. Es decir que el escenario con respecto a la deuda externa sería el más favorable de los últimos 50 años dando lugar a un desarrollo sostenible, por lo que el esfuerzo realizado en esta década habrá valido la pena.

Según Daniel Dos Reis, la inflación se produjo no solo por el esfuerzo mencionado sino además y principalmente por el agotamiento de la capacidad ociosa de la estructura productiva tanto de maquinaria como de mano de obra, es decir que sólo la inversión revertirá la misma, ya que el modelo de superávit fiscal, comercial y alto tipo de cambio no sería aplicable sin un incremento muy fuerte de la inversión que hiciera sostenibles y crecientes los salarios y el empleo.

En estas circunstancias el cuello de botella no serían las reservas del BCRA, dado el bajo endeudamiento neto y externo, sino sería la desconfianza y los hábitos de la sociedad argentina que deberían cambiar de un ciclo de acumulación de divisas en el exterior y fuera del sistema financiero argentino a uno de recapitalización del circuito productivo, agregó.

Según la estimación hay más de US$ 400,000 millones de Argentina en el exterior. Si estos volvieran al país, Argentina entraría en un círculo virtuoso de eficiencia, competitividad y prosperidad general, señala Dos Reis.

¿Acuerdo o desacuerdo?Un contendente rechazo al proyecto del Gobierno de cambiar la sede de pago de los bonos de la deuda mostró una encuesta online realizada esta semana por Cronista.com, portal web del diario argentino.

Ante la consulta sobre la iniciativa anunciada por Cristina Kirchner para destrabar el pago de la deuda y evitar el , el 77% de los lectores consideró que "es un salgo al vacío que va a aislar a la Argentina y profundizar la recesión".

En contraste, un 10.9% apostó a que se trata de "una jugada maestra que le va a devolver la iniciativa política" al Gobierno.

Entre quienes lo vieron con reparos, 6.9% votó que "es una jugada arriesgada que va a provocar un gran debate en el Congreso". Finalmente, un 4.6% la consideró "un error estratégico que el Congreso va a aterminar rechazando".