demografía
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Algunas de las predicciones más espectacularmente incorrectas en la historia han sido hechas por quienes afirman que la superpoblación va a inundar el planeta. Thomas Malthus, economista británico que escribió sobre el tema a finales de 1,700, es el más famoso.

Extrapolando tendencias pasadas al futuro, predijo que el crecimiento de la población inevitablemente saturaría los recursos alimenticios disponibles, desencadenando una hambrina masiva. Ese no sucedió, y continuamos desarrollando nuevas tecnologías que nos permiten anticiparnos al desastre.

En 1968, el biólogo de Stanford Paul Ehrlich escribió "The Population Bomb" (La bomba demográfica), en que advertía que el crecimiento descontrolado de la población conduciría a una hambruna masiva en la década de 1970. Estaba tan equivocado como Malthus. La población mundial aumentó, pero la producción de alimentos logró crecer al mismo ritmo.

Hasta ahora, los profetas de la superpoblación han sido derrotados por la tecnología. Pero el ingenio humano por si solo nunca puede ofrecer una victoria final en la batalla para alimentar al mundo – finalmente, el crecimiento de la población abrumará la capacidad de la Tierra para proporcionar calorías.

Es por eso que para que Malthus y Ehrlich finalmente puedan descansar, se necesita un segundo componente: menores tasas de fertilidad. Para salvar tanto al medio ambiente como a sí mismos, los humanos deben tener menos hijos.

Afortunadamente, esto está sucediendo. Durante las vidas de Malthus y Ehrlich, los humanos aún tendían a tener familias numerosas, y cada mujer tenía un promedio de cinco hijos durante su vida. Pero poco después del libro de Ehrlich, eso comenzó a cambiar:

La tasa de total de fertilidad es solo una estimación que se basa en el número de hijos que las mujeres han estado teniendo. Cuando la tasa es menor que 2.1, significa que la población total finalmente se estabilizará y disminuirá.

El mundo se está acercando a ese nivel mágico, gracias a un fenómeno conocido como la transición de la fertilidad. En la mayoría de los países, la fertilidad total cae desde un alto nivel de alrededor de seis o siete niños a dos o menos, y se mantiene allí. Una vez que las familias más pequeñas se convierten en la norma en un país o región, muy rara vez vuelven a crecer. Hay una serie de teorías de por qué sucede esto.

El cambio de la agricultura a la vida urbana significa un menor incentivo para que las familias tengan hijos que trabajen en las granjas. La vida urbana también aumenta el costo de criar a un niño.

Mayores niveles de educación para las mujeres, que las liberan de las normas de género tradicionales, también son probablemente un factor preponderante. Es importante destacar que ningunos de estos factores son temporales.

En otras palabras, la transición de la fertilidad probablemente representa la última victoria final sobre la amenaza malthusiana. Los países súper gigantes de China e India han sido especialmente importantes en este proceso:

Aun así, con la disminución de la fertilidad mundial general, las preocupaciones sobre la superpoblación han pasado de ser globales a regionales. Si algunas regiones continúan teniendo grandes familias para siempre, finalmente superarán a las regiones con crecimiento demográfico limitado, causando que la tasa mundial de fertilidad vuelva a subir.

Las personas que se preocupan por la sobrepoblación ahora están preocupadas de que algunas culturas simplemente siempre tendrán más hijos.

Hasta ahora, esas preocupaciones parecen ser infundadas. Hace una década, muchos creían que la cultura musulmana, con su énfasis en los roles tradicionales de género, desafiarían la transición de la fertilidad.

Pero luego las tasas de fertilidad en los países de mayoría musulmana se desplomaron. Irán, Arabia Saudita, Bangladesh e Indonesia en su mayoría completaron sus transiciones de fertilidad, mientras que Egipto y Pakistán están en proceso: