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Comstock Mining Inc., que tiene problemas desde hace mucho tiempo, podría haber hallado por fin su filón.

La minera aurífera –que no ha logrado tener ganancias anuales en los 13 años que lleva cotizando en bolsa- vende casi 40 hectáreas (98 acres) linderas con el Aeropuerto Silver Springs en las afueras de Reno, Nevada.

Ubicado cerca de la megafábrica de Tesla Inc., el aeropuerto del desierto tiene más tráfico y genera más atención por parte de los desarrolladores ahora que la compañía automotriz que dirige Elon Musk y las firmas tecnológicas Alphabet Inc. y Switch Inc. construyen grandes instalaciones en el área.

Comstock busca una suma más alta por su filón. El precio de US$ 7.5 millones podría parecer muy bajo para algunos en Silicon Valley, pero superaría los ingresos que la compañía minera dio a conocer en los últimos dos años. También es aproximadamente la mitad del valor de mercado de Comstock.

“Uno podría bajar del avión y llegar al parque industrial en 20 minutos”, dijo en entrevista telefónica Scott Jolcover, jefe de desarrollo de negocios de Comstock, cuyas palabras parecieron más las de un operador inmobiliario que las de un minero aurífero.

Si Comstock obtiene el precio que pide, la tierra se vendería por US$ 500,000 más de lo que la compañía pedía en agosto de 2016.

Zona en auge
La compañía minera podría beneficiarse del Centro Industrial Tahoe Reno, donde tienen su sede la planta de baterías de Tesla, un data center de Switch y una próxima instalación de Google.

La serie de inversiones de miles de millones de dólares ha significado para el norte de Nevada un fuerte impulso que recuerda la fiebre de la plata de la década de 1850 y la llegada del sector del juego un siglo más tarde.

El máximo responsable técnico de Tesla, J.B. Straubel, se cuenta entre quienes han llegado a Silver Springs, según Kay Bennett, dueña y administradora de Silver Springs Airport LLC. Los desarrolladores han manifestado interés en las hectáreas de Comstock porque ven el aeropuerto como una ventaja para nuevas compañías que se establezcan en la zona.

La mayor parte del tráfico corresponde ahora a aviones de uno o dos motores, pero la pista puede recibir aviones más grandes. “Hay mucho interés en nuestro aeropuerto”, dijo Bennett, que tiene 81 años y habla con posibles socios interesados en sucederla en tanto planea retirarse. “Podemos recibir aviones ejecutivos y brindar servicios a las compañías del Centro Industrial Tahoe Reno”.

Desde que se anunció el megaproyecto de US$ 5,000 millones de Tesla, el Aeropuerto Internacional Reno-Tahoe ha agregado tres vuelos comerciales directos diarios desde Oakland, California, y ha restablecido dos vuelos diarios desde San Jose.

“Mucha gente tiene que volar entre Silicon Valley y Reno”, dijo Brian Kulpin, un vocero del aeropuerto.