Redacción Gestión

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Bloomberg.- Un asesor económico de Donald Trump señala las deficiencias de la política comercial de los Estados Unidos citando pasajes menos conocidos de la teoría clásica. Otro ha sido testigo directo de deficiencias en la industria del acero.

Pedro Navarro, economista con un doctorado de la Universidad de Harvard, dice que los críticos de Trump pasan por alto salvedades en los trabajos de David Ricardo de principios del siglo XIX sobre los beneficios del libre comercio. Por otro lado, Dan DiMicco como ex CEO de la siderúrgica Nucor Corp., quiere que Trump imponga aranceles a los productos chinos.

Navarro, profesor de economía en la Universidad de California en Irvine, que asesora a la campaña de Trump en cuestiones comerciales, explica que la fórmula ricardiana depende de países que operan con libre flotación de los tipos de cambio y supone que todos los involucrados en la operatoria observan las reglas. Pero Navarro dice que China infringe ambas condiciones, por lo que la teoría se desarma.

"Yo sé cómo funciona, pero lo más importante es que sé cómo no funciona el modelo ricardiano del comercio", dijo en una entrevista telefónica Navarro, que a lo largo de 15 años ha escrito libros y dirigido un documental sobre las relaciones comerciales entre los Estados Unidos y China. "Los malos acuerdos comerciales están en el centro del malestar económico de Estados Unidos. Trump sabe que para que la economía global prospere es necesario que podamos comerciar libremente. Pero no va a aceptar, ni por un segundo, trampas".

Navarro culpa al TLCAN y al ingreso de China en la Organización Mundial del Comercio en 2001 de gran parte, sino de toda, la desaceleración económica de los Estados Unidos en estos 15 años. La mayor economía mundial creció a un promedio del 1.8% en ese período, por debajo del 3.4% de crecimiento que experimentó entre 1986 y 2000.

China es el mayor blanco de Trump, quien denuncia en su campaña que los subsidios ilegales a la exportación, la manipulación de la moneda, el robo de propiedad intelectual, y los estándares permisivos de salud laboral y protección ambiental equivalen a una "guerra comercial no declarada" contra los Estados Unidos.

"Existe por parte de los votantes una natural antipatía hacia la continuación de la globalización, tal como la conocemos", dijo Navarro. "La palabra simplemente equivale a un código con el que hoy se alude a malos acuerdos comerciales que perjudican al pueblo estadounidense".

Navarro y DiMicco, el importante asesor comercial de la campaña, critican a ambos partidos políticos por no reconocer esta "guerra", y mucho menos combatirla. Señalan a Ronald Reagan como el último presidente que abordó el problema de manera responsable, y se sirven de su ejemplo como inspiración para el plan de acción de Trump.

Aranceles chinosAl principio Trump jugará a ser "el bueno" aplicando un arancel "defensivo" del 45% a los productos chinos, dijo DiMicco. Eso es misericordioso en comparación con el 100% aplicado por Reagan a los artículos electrónicos japoneses en 1987, dijo DiMicco en una entrevista telefónica.

Esto tiene preocupados a otros economistas.

"La movida proteccionista de Trump corre el riesgo de alentar represalias arancelarias, lo que afectaría el crecimiento de los Estados Unidos", escribió Thomas Costerg, economista del Standard Chartered Bank en Nueva York, en una nota de investigación el 28 de julio. "El presidente de los Estados Unidos tiene amplios poderes unilaterales en el comercio internacional, lo cual lo convierte en un área en la que de hecho se podría aplicar la agenda de Trump, a diferencia de otros aspectos, que necesitan de la aprobación del Congreso", añadió Costerg.

Otro plan de Trump es deshacer acuerdos comerciales y retirarse de organizaciones internacionales, entre ellas el TLCAN, la Comisión de Comercio Internacional, la Organización Mundial del Comercio y la pendiente Asociación Trans-Pacífico que actualmente languidece en el Congreso.