Redacción Gestión

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Berlín (Reuters).- Alemania, el financista de Europa, aumentó la presión sobre el atribulado Chipre al rechazar su propuesta de nacionalizar los fondos de pensión para subsanar su déficit financiero y exigir que reforme sus bancos si quiere .

La canciller Angela Merkel mantuvo la línea dura que Berlín ha estado siguiendo durante semanas y dijo a los legisladores que aunque quiere mantener a Chipre en la zona euro, el país primero debe reconocer que no tenía futuro como un centro financiero costa afuera para rusos y británicos ricos.

Uno de sus aliados conservadores dijo por televisión que Chipre está jugando un juego arriesgado al en su sector bancario, que se ha abultado a ocho veces el tamaño de la economía y que está al borde del colapso.

"Aún creo que tendremos un acuerdo, pero Chipre está jugando con fuego", comentó el líder del Parlamento del Partido Demócrata Cristiano de Merkel, Volker Kauder, al canal de televisión pública ARD.

La dura retórica de Berlín tuvo lugar en momentos en que Rusia rechazó los pedidos de Chipre por ayuda, lo que dejó a los cada vez más aislados líderes de la isla con sólo días para satisfacer a sus socios europeos o enfrentar una cesación de pagos que podría provocar consecuencias en el bloque de 17 países.

Líderes estadounidenses esperan ahora un "Plan B" de Chipre. El Gobierno tiene hasta el lunes para presentar algún mecanismo para recaudar 5,800 millones de euros. El ha dicho que ese día dejará de entregar fondos a los bancos chipriotas.

Un importante sondeo sobre la confianza empresarial alemana mostró el viernes que la crisis europea está preocupando nuevamente a las firmas domésticas, tras una pausa a comienzos de año. El indicador del Instituto Ifo, con sede en Múnich, cayó por primera vez en cinco meses.

A sólo seis meses de elecciones en , un sondeo para el canal de televisión ZDF mostró que los alemanes también están preocupados. Casi dos tercios de los germanos prevén que la crisis empeorará y casi la mitad de ellos teme por sus ahorros.

En disputas previas por rescates financieros con miembros de la zona euro como Grecia, Merkel ha exigido un alto precio por ayuda y se ha comprometido sólo a último minuto para evitar el desastre.

Pero con la pequeña Chipre, una isla mediterránea con sólo un millón de habitantes, ella parece estar determinada a no ceder, incluso si eso lleva a la bancarrota.