Redacción Gestión

Nuestros economistas conversan sobre qué tan bueno será el 2018. Aquí el diálogo entre Adamo (A), quien es relativamente optimista y considera que el próximo año se revertirá la desaceleración, y Maynardo (M), quien se muestra bastante más cauteloso acerca de las posibilidades de crecer cerca o por encima del 4%.

M: Acabo de leer que si el PBI creciera al 3.3% en el último trimestre del año, el crecimiento del 2017 alcanzaría el 2.6%, la tercera tasa más baja de los últimos 15 años. Sin duda, el 2017 ha sido un año de muy bajo crecimiento, sobre todo frente a las altas expectativas que se tenían a fines del año pasado. ¿Cómo crees que pinta el 2018, Adamo?

A: Considero que las circunstancias están dadas para una recuperación vigorosa: tenemos condiciones externas muy favorables por el incremento de los precios de nuestras exportaciones, particularmente el cobre, que está 22% por encima del precio medio del 2016. Como dice Waldo Mendoza, la dependencia del Perú al entorno internacional sigue siendo tan fuerte que “casi no hay que hacer nada” para crecer cerca del 4% durante el 2018.

M: Estoy de acuerdo en que las condiciones externas son positivas, pero discrepo con esa visión determinista de que el crecimiento peruano es “made in China”. El crecimiento que alcancemos dependerá de si hacemos la tarea interna para aprovechar el contexto externo. Sin un impulso fiscal significativo, ligado a la reconstrucción del norte, no podremos alcanzar la preciada meta del 4% en el 2018.

A: ¡Ay, Maynardo! Tú siempre pensando en los impulsos fiscales… Te recuerdo que, producto de la significativa recuperación de la inversión pública en el tercer trimestre del año, el déficit fiscal se ha ampliado a 4.6%, lo cual implica que más temprano que tarde el MEF se chocará con la pared del límite del déficit y tendrá que ajustar el gasto.

M: Me temo que si el Gobierno no es exitoso en ejecutar bien la Reconstrucción con Cambios vamos a volver a desperdiciar un año con gran potencial de crecimiento.

A: El mayor cambio que hemos visto en la “Reconstrucción con Cambios” ha sido Pablo de la Flor… Trató de cambiar la relación con los gobernadores y lo cambiaron a él. Me temo que no veremos grandes avances en este campo, sobre todo con elecciones subnacionales ad portas.

M: Tú siempre tan pinchaglobos…

A: Lo cierto es que los escándalos de corrupción que han salpicado a importantes empresas constructoras del país están teniendo un gran impacto sobre las decisiones de inversión de personas y empresas; eso no se puede negar. Los agentes están muy nerviosos y los funcionarios públicos le tienen pánico a firmar papeles. El riesgo de que los proyectos de inversión pública no se ejecuten a la velocidad que necesitamos es muy alto. Por eso, yo no le asigno ningún rol de importancia al gasto público para el 2018. Lo que se requiere aquí es destrabar la inversión privada y reformas que apunten a mejorar la productividad.

M: ¿A cuáles te refieres?

A: Reforma del Estado, reforma laboral, reforma judicial. Básicamente, las mismas que señaló Liliana Rojas-Suárez en la reciente CADE. Pero la verdad es que el contexto político dificulta el avance en este campo y me parece que al Gobierno como que le faltan ganas o fuerzas para comerse la pelea… Por eso, pongo mis balas en el destrabe y en proyectos emblemáticos como Quellaveco.

M: Coincido en que no veremos mucho en materia de reformas y, además, dudo que pudiesen tener mucho impacto en el corto plazo. Ojalá se logre destrabar y que los inversionistas tengan un shock de adrenalina con estos precios, pero es una apuesta riesgosa. Dadas las dificultades en el campo fiscal y la reciente reducción en la inflación, puede resultar conveniente que el BCR siga reduciendo sus tasas.

A: Si quieres ser activista, ponte a pensar en las tres reformas que mencioné. Son indispensables para acortar la brecha de productividad que tenemos con el primer mundo y lograr crecer a tasas por sobre el 4% en forma sostenida.

M: Lamentablemente, no veo que el Gobierno tenga hoy el músculo para empujar estas reformas. En este contexto, no queda más que dinamizar la demanda y hacerlo tomando en cuenta que el tema fiscal está muy complicado. ¡Cómo será para que yo lo diga!... Al final, el 2018 no creo que sea tan bueno como lo pintan.

A: Creo que estás innecesariamente pesimista, Maynardo y, para variar, tus propuestas se reducen al activismo de la política macroeconómica. Por otro lado, todo este ruido y malestar de corto plazo causado por Lava Jato nos puede ayudar en el mediano plazo. Luchar contra la corrupción tiene beneficios netos para la economía: va a terminar reduciendo costos y contribuyendo a ganancias de productividad en el país.

M: Parece que ya estás haciendo uso de la nueva normativa del cannabis medicinal… Bromas aparte, veo con preocupación el 2018, año en que estimo volveremos a ver las expectativas de muchos, frustradas.

A: Bueno, Maynardo, el tiempo dirá quién tuvo la razón. Aunque esta vez soy bastante más optimista que tú, sin duda, el innecesario ruido político y la consecuente incertidumbre no ayudan.

M: Esperemos que el receso de fin de año sirva para que la clase política reflexione acerca de cuál es la agenda mínima para el 2018 y, también, sobre cuáles son las reformas críticas que debemos aprobar antes del 2021. Sin este tipo de acuerdos, seguiremos navegando en el mar de la mediocridad.

A: De acuerdo contigo, Maynardo. Los próximos tres meses serán claves para el futuro del país. Cómo se procese todo este tema de Lava Jato y trabajar en alcanzar consensos, o no hacerlo, marcarán el derrotero para el 2018 y para el mediano plazo.

M: Buen momento de hacer un alto en nuestras discusiones quincenales, ¿no crees?

A: Si, nos vemos después de las vacaciones de verano. En la segunda temporada… A ver si entonces nos podemos poner de acuerdo con mayor frecuencia que lo que hemos demostrado hasta hoy.

M: Conversamos en marzo.