CADE 2017
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El país tiene una serie de retos para mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos hacia el 2021. Lo cierto es que estos retos se van a afrontar con éxito solo si contamos con un consenso político.

Los panelistas del conversatorio “Crecimiento y competitividad de la economía peruana”, organizado por IPAE y el diario Gestión, coinciden en que nos encontramos en una situación ideal para que se puedan trabajar políticas económicas afines en ambos poderes del Estado, el Legislativo y el Ejecutivo, pero se está perdiendo la oportunidad por los enfrentamientos.

1 El crecimiento y la oportunidad perdida
Una de las metas que se ha planteado el Perú para el 2021 es llegar al 5% de crecimiento económico. En el 2016, esta cifra se ubicaba en 4.2%. Para José Carlos Saavedra, nos estamos alejando de la meta, en particular porque venimos de un entorno internacional complicado.

“También hay que mencionar el deterioro para hacer negocios en el país y una política fiscal que no estuvo tan presente al momento de la desaceleración”. Es por ello que, asegura, será un reto para el Gobierno levantar el indicador.

Diego Macera, por su parte, es un poco más optimista. “Si bien el crecimiento se ha ralentizado, este año seremos el segundo o tercer país que más crece en la región. Y el próximo año, con un mediocre, para nuestros estándares, 4%, probablemente seamos el primero”. En ese sentido, asegura que está bien que el país se ponga metas altas, pero que se debe considerar que si se está creciendo a este ritmo y la región, a menos, por algo será. A ello, agrega también que no debemos perder la perspectiva de crecimiento en el mediano plazo. “La agenda se concentró mucho en que ya no íbamos a crecer a 4%, sino a 2.8%, pero no hablamos sobre cuáles son las reformas que pueden potenciar nuestro Producto Bruto Interno (PBI). La agenda en términos de competitividad está muy quedada”, indica Macera.

Relacionado al mismo tema, Eduardo Morón comenta que si bien podemos decir que estamos creciendo más que nuestros socios de la Alianza del Pacífico, hay que considerar que somos el país de dicha alianza que menos ingreso per cápita tiene, por lo tanto, debemos ser más exigentes con nosotros mismos. Hay algo que está inhibiendo la productividad, y es en ese sentido que “queremos ver intervenciones públicas, coherentes, consistentes para todos los emprendedores que están esperando una oportunidad. Eso implica cambios institucionales severos y drásticos”, señala. Además, las mejoras en mercados clave para la economía, una reforma en el Poder Judicial y en las economías de mercado -con respecto a contratos- son fundamentales. “Tengo la esperanza de que logrando ciertos consensos básicos, algunas cosas se pueden mejorar”, enfatiza.

Consenso es la palabra que utiliza Hugo Perea para explicar la gran oportunidad que pierde el país actualmente. “Estamos desaprovechando tremendamente estos años donde la mayor fuerza opositora en el Congreso y el Gobierno de turno tienen amplios niveles de consenso con respecto a los temas económicos”, afirma. Perea señala que no se está haciendo nada para trabajar en las reformas que deberían apuntalar el crecimiento económico de mediano y largo plazo en el país. “El costo de estar discutiendo si al fiscal lo vacamos o no, en lugar de discutir cómo hacemos para tener un mercado laboral que facilite el crecimiento, es enorme. No vamos a tener tan fácilmente otro escenario donde sea tan posible hacer tantas cosas y no hayamos hecho nada”.

2 Mejora del entorno para hacer negocios
Los expertos coinciden en que no sorprende en que la posición de Perú en el ranking Doing Business haya caído de 50 a 54 en el 2016. Esto pasa porque ha habido retrocesos en la competitividad y en la mejora del entorno para hacer negocios en el país. Así tenemos complicaciones para iniciar el desarrollo en sectores como el retail, inmobiliario y negocios. Esto sucede porque hubo un descuido, opina Morón, y porque a pesar de que necesitamos empresas más grandes, en Perú eso no pasa. “Por consideraciones tributarias, laborales y mecanismos de arbitraje, las empresas no crecen. Hemos tenido todo un impulso de una regulación muy proconsumidor, pero ha sido poco procompetitividad, y debemos darle un balance”, opina.

Pese a lo dicho, Perea no tomaría este indicador como un esquema para hacer políticas públicas y piensa que debemos tomarlo con pinzas. “El ranking es un promedio de subindicadores, y si bien es bueno mirarlo y tenerlo en cuenta, más que llegar a 35 -que es la meta para el 2021- me importa más ver qué debilidades reflejan esos subíndices”, opina.

3 Flexibilizar la legislación laboral para disminuir la informalidad
Para Macera, la meta del Gobierno de llegar al 2021 con el 60% de personas en un empleo formal, es poco realista. Es caro y complicado ser formal por diferentes motivos, uno de ellos es que se tiene una estructura como la remuneración mínima vital, que es relativamente alta para nuestro nivel de productividad. “Se confunde mucho que el sueldo mínimo debe corresponder al costo de la canasta básica, cuando en realidad debe estar rateada a la productividad de los trabajadores”, añade. La manera más efectiva de lograr mejorar ese índice de formalidad es mejorar el acceso al trabajo en empresas que ya son productivas; es decir, las grandes o medianas, que tienen mejores salarios y mejores oportunidades de crecer.

Existe también una fuerte crítica respecto a la reciente interpretación del Tribunal Constitucional (TC) sobre la reposición adecuada por despido arbitrario. “Según el reciente informe de la Comisión de Protección Social, el impacto de la decisión del TC sobre nuestro mercado laboral ocasionará que en diez años la proporción de empleos formales a plazo fijo se multiplique frente a los empleos a plazo indeterminado. Eso tiene consecuencias tremendas en lo que está detrás de la informalidad”, cuenta Morón. Una empresa que tiene un gran número de contratos a plazo fijo no va a querer invertir en ellos ni hacerlos más productivos porque en cualquier momento va a tener que deshacerse de ellos, explica. “No tiene sentido que una empresa que tiene las bases para ser más grande y productiva, no lo sea por una imposición de la legislación laboral mal entendida por el TC”. En ese sentido, Saavedra agrega que la dificultad para despedir es un problema evidente en el país. “Siempre salimos muy mal posicionados en ese rubro y va por el lado de la interpretación del TC de que la indemnización no es compensación suficiente por un despido arbitrario”, agrega.

Perea, por su parte, opina que se debe buscar un balance. Por un lado, una legislación laboral que vele por los derechos fundamentales de los trabajadores, pero que no inhiba los incentivos para la generación de empleo. “Ese balance es difícil de lograr porque es un tema donde hay consideraciones políticas y sociales, pero desde la percepción de varios analistas, nos hemos ido hacia un solo lado y se han matado los incentivos para generar empleo de manera formal”, añade. Es por ello que se debe flexibilizar el mercado laboral, ya que existe una distorsión grave que está condenando a mucha gente a la informalidad. “El peruano es emprendedor e innovador. Le das pocas herramientas, un entorno de estabilidad, mejoras institucionales y mira el boom que logramos del 2012 al 2013. Esa situación puede repetirse, es obligación del Estado generar condiciones para que haya una sociedad inclusiva”.

4 El objetivo de crecer es erradicar la pobreza
En los últimos cuatro años, la tasa de pobreza se ha reducido a un punto porcentual por año, afirma Macera. En tanto, si seguimos a ese nivel, para el 2021 nos quedaríamos un poco por arriba de la meta, que es reducir la pobreza a 15%. Actualmente nos encontramos en el 20.7%. “Según el consenso entre economistas, un país debe crecer por encima de 3% para comenzar a reducir pobreza. En esa línea, los momentos en los que la hemos reducido se correlacionan mucho con los momentos de mayor crecimiento del PBI”. Además, agrega que es necesario hacer la diferenciación entre pobreza rural y pobreza urbana, ya que son fenómenos distintos. “Si hablamos desde el enfoque multidimensional, la pobreza rural es mucho más grave, el acceso a agua, desagüe, incluso desde el Estado. Son fenómenos distintos y se deben enfrentar con políticas públicas distintas”, añade Macera.

También se debe resaltar que existe una vinculación clara entre empleo formal y la tasa de pobreza. En primer lugar, explica Saavedra, porque el problema de la pobreza también es un problema de la productividad. “Porque para que haya mayor productividad, el mercado laboral debe funcionar bien. Y por otro lado, porque el empleo formal está vinculado a las compañías de seguros”, cosa que no existe en un empleo informal. Por ende, el estar formalizado, no solo otorga mayores ingresos sino también protección frente a riesgos como enfermedades o desastres naturales, que pueden ocasionar que una familia caiga en la pobreza o vuelva a ella después de haber salido.

Por otro lado, para Morón, el indicador de pobreza no cumple el propósito de retarnos, ya que hemos hecho una supertarea en los últimos años para rebajar la tasa de pobreza. “Ahora nos debería preocupar la población vulnerable, de pobreza más estructural, pero nuestros programas sociales no tienen componentes contingentes; es decir, no están hechos considerando los riesgos de esa población vulnerable. Lo hemos visto con El Niño costero y los beneficios adicionales que el Gobierno otorgó cuatro meses después”, explica.

En síntesis, la medición de la pobreza es también un indicador que nos señala cuánto falta por hacer, reflexiona Perea. “Si estamos en niveles de pobreza de más de 20% estamos hablando de más de seis millones de personas que viven en esa condición. La pobreza extrema abarca a 1.3 millones de personas en el Perú que en este momento no tienen una ingesta calórica suficiente para mantenerse vivas”. Así de dramático. Si bien hemos reducido la pobreza desde niveles de 55% en la década pasada, ahora queda el bolsón de pobreza que es más difícil de atacar. Y la única manera, para Perea, de sacar a las familias de la pobreza es generando un entorno de rápido crecimiento. “El crecimiento no es una meta en sí misma, sino que busca un objetivo, y ese objetivo es incrementar el bienestar social”, manifiesta.