Detrás de cada botella de cerveza hay una compleja historia de elaboración que suele tomar unos 45 días, desde la recolección de granos procesados hasta la distribución de la bebida. Así lo explica Jaime Tanta, sommelier de Cusqueña, firma que nuevamente cuenta con un stand en CADE (en el 2016 superaron las 600 visitas por día).

“El primer paso para la producción de la cerveza es contar con los granos procesados, los que después pasan a un molino que los quiebra y a una paila donde se añade agua. El resultado es un mosto cervecero que pasa por un filtro y una cocción a cien grados durante ocho horas”, explica.

"Los sabores que se pueden percibir al catar un vaso de cerveza son manzanilla, hierba luisa, naranja y piña para cervezas rubias", señala el sommelier. 


La elaboración continúa con la cocción del lúpulo y su enfriamiento, e cual llega a los ocho grados, así como la fermentación e inclusión de la levadura. Once días después, en un tanque de maduración se trabaja con un filtro de transparencia y turbidez, el envasado y la posterior distribución.

Otros detalles
Tanta recuerda que es el lúpulo, un preservante natural, el que provee el característico sabor de amargor, mientras el color de cada cerveza es determinado por el nivel de tostado de los granos.

“La malta clara, por ejemplo, proporciona un color pálido gracias al tostado a bajas temperaturas de sus granos y permite una fermentación baja o tipo lager”.

En tanto, al catar un vaso de cerveza, el sommelier recalca que se pueden percibir sabores como manzanilla, hierba luisa, naranja y piña para cervezas rubias; y algarrobina, chocolate bitter y café tostado, para las cervezas negras.

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