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domingo, 7 de marzo de 2021
Parte de Guerra

Pablo O'Brien

Foto del autor: Pablo O'Brien

El Nuevo Normal

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Pablo O'Brien 03/05/2020 20:43

El 11 de mayo está marcado en el calendario de todos los peruanos. Luego de dos ampliaciones de la cuarentena y de que la economía no da para más, pareciera que el Gobierno tendrá que declarar que ese día podremos volver a “la normalidad”.

Como señala Michel Adum*, este “Nuevo Normal”, traerá cambios importantes a nuestras vidas. Cedo mi columna para que nos expliqué en que consistirán estos:

“El planeta va a seguir girando. La vida continúa. En algún momento vamos a regresar a trabajar, a ver a nuestras familias, a nuestros amigos. Deberemos volver viajar sea por trabajo o por placer. Los estudiantes deberán volver a estudiar de una u otra manera.

Muchas cosas, sin embargo, van a ser diferentes, tienen que serlo. Lo que considerábamos normal dejará de serlo. Pero ¿cómo nos adaptamos a ese nuevo normal?

La peste negra arrasó con 50 millones de personas entre los años 1340 y 1400. Esa pandemia nos dejó como aprendizaje nuevos hábitos que hoy consideramos normales para la mayoría de las culturas en el mundo. Aparece por primera vez el concepto de higiene personal, lavarse las manos antes de comer, lavar y cocinar bien los alimentos, la higiene dental, el baño diario con agua limpia y jabón. Separar a los animales en un ambiente diferente de la casa, en especial a los roedores. Separar la basura y colocarla dentro de contenedores específicos y no tirarlos a la calle o al riachuelo más cercano.

Vemos entonces que no es fácil cambiar un hábito. Han pasado 600 años desde la peste negra y todavía hoy necesitamos recordar que el mejor hábito para prevenir algunas enfermedades es la higiene personal y la higiene en casa, especialmente el lavado de manos y de las superficies que tocamos.

Existen además otros hábitos que quizá nosotros los latinos miramos con rareza y que también tienen su origen en antiguos brotes o epidemias. Saludarse sólo con una reverencia evitando besos y abrazos. Sacarse los zapatos y dejarlos afuera antes de entrar a una casa, y lavarse cara, brazos y pies al entrar. Utilizar una mascarilla cuándo se tiene gripe. Mantener una distancia prudente con personas desconocidas. Todos estos hábitos los siguen en el aeropuerto, en el bus, en el taxi, en los ritos religiosos, en el mercado, en el teatro, en el cine, en un hospital, en la calle, etc.

Existen otros hábitos que desde hace ya un tiempo están intentando abrirse paso por motivos diferentes pero que ahora hacen aún más sentido. Usar nuestra bicicleta antes que un taxi, un bus o nuestro auto si la distancia es razonable. Ya hace varios años empezamos a aprender a hacer nuestras compras a través de internet, los que se animaron a hacerlo antes la han tenido más fácil ahora. Claro, ahora debemos extender nuestros hábitos de higiene a los artículos que recibimos antes de ponerlos al alcance de la familia.

También debemos pensar en los hábitos que ya no son convenientes. Compartir un vaso, el plato, la cuchara, la pipa del mate cocido poco a poco dejarán de ser parte del nuevo normal. Compartir un cigarrillo o incluso fumarlo dejarán de ser parte del nuevo normal también.

La forma de estudiar ya cambió.  Estudiar a distancia toda o al menos parte de la currícula es algo que sabemos que funciona hace mucho tiempo para los niveles de post-grado. Sin embargo, este nuevo normal presenta grandes retos para el sistema escolar. Los colegios, los maestros, los alumnos, y los padres tenemos mucho en qué pensar ahora para que este nuevo normal funcione. El impacto en el funcionamiento de un hogar no es menor, los padres hemos tenido que asumir un rol mucho más activo en la educación de sus hijos. Los que tienen hijos en edad escolar entienden perfectamente El mismo Estado tiene también varios retos por enfrentar, desde de adaptar la currícula y su forma de fiscalizar la calidad de la educación, hasta encontrar la manera de promover que cada hogar del país tenga internet.

En el trabajo deberemos adquirir nuevos hábitos también. La tecnología informática hoy nos permite reunirnos de manera virtual. Instalar el teletrabajo dentro de lo posible parece ser algo que esta pandemia nos ha dejado como aprendizaje. Ya algunas empresas están analizando la posibilidad de mantener este régimen de manera permanente y reducir sus oficinas o incluso mudarlas a un espacio tipo co-working para cuándo eventualmente sea necesario tener reuniones presenciales. Muchos encuentran en este cambio un regalo por la flexibilidad que trae consigo, otros lo encuentran como un reto enorme que los obligará a replantear su forma de enfrentar su día, en especial si la pareja, los hijos y otros familiares también están en casa haciendo lo suyo. Este aspecto del nuevo normal sin duda es uno de los más complejos.

Los gastos en casa podrían incrementarse por consumo de agua, electricidad, alimentos, servicio de internet. Compensarán por otro lado el gasto en transporte, en ropa y quizá una mejora en nuestra salud por comer en casa y exponerse menos al estrés del tráfico.

Nuestras actividades de entretenimiento también cambiarán. Si la consigna es quedarse en casa, las plataformas de streaming ya han resuelto el problema a los que nos gusta el cine, las series o incluso la música en vivo. El teatro, sin embargo, deberá reinventarse y aprender a adaptarse.

En vez de salir a comer después del cine podemos pedir lo que nos provoque a la casa. Ya los servicios de reparto de comidas preparadas venían ganando terreno y esta será la forma de que los restaurantes sobrevivan, no es opcional.

Trabajo, educación, compras, y entretenimiento se harán cada vez más desde la casa. Cada uno podrá hacer su balance y hacer lo necesario para a adaptarse sin perjudicar su salud física, mental y emocional. Mientras más rápido pasemos de la negación a la aceptación será más fácil para todos.

Esta pandemia ha traído a mi atención que además de todos estos hábitos que nos veremos obligados a cambiar todavía existe uno que todavía no logramos incorporar en nuestra cultura colectiva. Hay algo en nosotros que por algún motivo todavía no nos permite ver que lo que le afecta a mi vecino me afecta a mí y que mis actos impactan a otros. Quizá este hábito sea el más retador, pero sin temor a equivocarme considero es el más importante. Aprender a respetar a los demás. Y el primer acto de respeto que debemos instalar en nuestros hábitos es cumplir con las normas.

Hemos visto a muchas personas buscando la menor excusa para abandonar la cuarentena poniendo en riesgo incluso a su propia familia. Cumplir con las normas en una sociedad que se precia de ser moderna es esencial, pero en una situación de pandemia es cuestión de vida o muerte y es lo primero que debemos incorporar en nuestro nuevo normal.

Debemos dejar de lado el egocentrismo de sentirnos superiores a los demás que nos ha llevado por años a cruzar la pista en vez de usar el puente peatonal, a tirar basura por la ventana del auto, a estacionar el auto dónde nos resulta más cómodo, a acaparar alimentos y papel higiénico en momento de crisis, a no pagar impuestos, a sobornar a la autoridad, a adueñarnos de lo que no es nuestro, a aprovecharnos de una posición de poder para beneficio propio, a discriminar a otros, a negarle derechos a otros, a propalar información falsa, a no respetar una cuarentena durante una pandemia.

Si algo positivo me ha dejado toda esta experiencia es que he podido reconectarme con lo esencial de mi existencia. He estado más cerca de mi familia, he extrañado a mis amigos, a mis compañeros de trabajo. He extrañado a las personas de mi vida. Y es precisamente de dónde me inspiré para escribir este artículo, en una de las personas importantes de mi vida, en mi abuela. La que me decía que me lave las manos antes de comer, que lave la fruta, que me bañe, que sacuda mi ropa antes de entrar a la casa, que respete a mis padres, a mis amigos, a los mayores, que me tape la cara cuando estornude, que no desperdicie la comida, que no diga mentiras, que sea compasivo y generoso. Que debo ser una persona de bien.

Y parece finalmente que lo que me dijo mi abuela y, que estoy seguro, la tuya también te lo dijo a ti, es lo que nos podría salvar”.

* Especialista Senior en Calidad, Seguridad y Salud Ocupacional, Ambiente, Seguridad Física y Manejo de Crisis. Tiene una amplia experiencia en sectores extractivos y de energía.

  • MBA, Ingeniero Industrial y Coach Ontológico Profesional. 
  • Experiencia multinacional en Latino y Norteamérica liderando equipos multiculturales y multifuncionales. 
  • Docente de pre y post grado.
  • Twitter: @MichelAdum
  • https://www.linkedin.com/in/micheladumabdala/

 

 

 

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SOBRE EL AUTOR

Pablo O'Brien

Pablo O’Brien es historiador de profesión; periodista de oficio. Desde hace veinte años trabaja en redacciones de diarios, revistas y sets de televisión. Se ha especializado en denunciar actos de corrupción y analizar la política y economía nacional. En el 2000, integró la Unidad de Investigación del diario El Comercio que denunció la falsificación de un millón de firmas del partido político Perú 2000, investigación que ganó el premio de la Sociedad Interamericana de Prensa y de la fundación del Nuevo Periodismo. En el 2002 trabajó en la Revista Caretas y luego se reintegró a El Comercio. Allí efectuó varias denuncias como la del caso Bavaria (2004) y la de los Petroaudios (2008) que le han otorgado reconocimiento en la comunidad periodística nacional e internacional. Ha combinado sus labores periodísticas con la docencia universitaria. En el 2009 coordinó la creación, diseño y puesta en funcionamiento del portal web La Mula. Ese mismo año fue designado cono Director del Dominical Panorama que trasmite Panamericana Televisión. Del 2010 al 2011 organizó la Unidad de Investigación de Andina de Radiodifusión. Fue director fundador del Diario El Sol de los Andes de Huancayo y de la revista de asuntos legales y jurídicos Al Derecho y Al Revés. También ha asesorado a programas nacionales como INNÓVATE PERU y en los despachos ministeriales de PRODUCE, MTC y MINEM.

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