El máximo ejecutivo de Volkswagen AG, Matthias Mueller, ha recibido grandes elogios por salvar al fabricante de automóviles tras la experiencia extrema por el escándalo de adulteración de las pruebas de emisiones de diésel, pero eso no fue suficiente para mantenerlo en el cargo.
El viernes, la junta de supervisión de VW votará cambios radicales que incluirán el reemplazo de Mueller por Herbert Diess, director de la marca homónima de VW, según personas familiarizadas con el asunto que pidieron no ser identificadas antes de un anuncio oficial.
Mueller, de 64 años, quien asumió el cargo en el 2015 y ha trabajado en la estructura de Volkswagen toda su vida adulta, tiene dos años restantes en su contrato actual.
La noticia plantea más interrogantes de las que responde, ya que el martes anterior VW no entregó detalles más allá de una críptica presentación regulatoria que señala que estaba considerando un cambio en el puesto de máximo ejecutivo.
La declaración, salpicada de conjunciones, no especificaba si eso significa reemplazar a Mueller o simplemente un cambio de responsabilidades. Señala que el presidente Hans Dieter Poetsch encabezará la transición, y que Mueller ha "mostrado su voluntad general de contribuir a los cambios". Los funcionarios de VW no tenían ninguna declaración más allá de la presentación de dos párrafos.
Al designar a Diess, de 59 años, para el puesto más alto, Volkswagen ascendería a un alto ejecutivo de sus propias filas, mientras entrega el mando a alguien que no estaba en el fabricante de automóviles cuando comenzó el episodio de la adulteración de las pruebas de diésel.
Diess llegó a VW a mediados del 2015, y antes trabajaba en el rival alemán BMW AG, poco antes de que el escándalo estallara públicamente.
El anuncio tomó a los inversores por sorpresa y dejó a los analistas perplejos con respecto al momento del cambio, que se produce solo unas semanas después de que Mueller anunciara una mejora en las ganancias, con un aumento en el beneficio operativo que excluía artículos especiales el año pasado hasta los 17,000 millones de euros (US$ 21,000 millones).
"No veo un desencadenante obvio que hubiera provocado esto", dijo Christian Ludwig, analista de Bankhaus Lampe. Bajo la gestión de Mueller, quien fue promovido al puesto en los caóticos días posteriores a la revelación pública del escándalo del diésel, VW resistió los golpes del episodio mientras se embarcaba en una agresiva expansión en autos eléctricos.
Su margen de ganancia subió de 6% en el 2015 a 7.4% de las ventas el año pasado, cuando golpeó la crisis. El fabricante de automóviles también logró defenderse de Toyota Motor Corp. para mantener su condición como mayor fabricante de automóviles del mundo.
Tras el escándalo del diésel, Mueller reformó la rígida estructura administrativa de Volkswagen, delegando más responsabilidad a sus jefes de marca y jefes regionales.
La complejidad se extiende a su principal accionista, Porsche Automobil Holding SE, donde Poetsch es el máximo ejecutivo y Mueller, un alto ejecutivo. Porsche dijo en un comunicado por separado que cualquier cambio en VW se reflejaría en su gestión.
Volkswagen tiene una estructura más compleja que la mayoría de sus pares, donde las familias Porsche-Piech poseen un control de facto del fabricante y el estado de Baja Sajonia, donde se ubica la sede de la empresa y la principal fábrica de VW, posee el 20%.