Sin financiamiento todo es cuento

Redacción Gestión

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Kurt Burneoeconomista

Visto a nivel macroeconómico, todo planteamiento de acciones relacionadas a poner a disposición de la sociedad más bienes y servicios tiene (sin aumentar el déficit fiscal) asociada una mayor necesidad de financiamiento, y para que los ingresos fiscales suban, dada la tasa impositiva promedio, el nivel de actividad económica debe aumentar su ritmo de crecimiento y no desacelerarse tal como viene pasando. Entonces resulta fundamental retomar el ritmo de crecimiento, a pesar de un adverso entorno económico internacional. Siendo la opción nuestras posibilidades internas para acelerar el crecimiento económico.

En el plano fiscal resulta crucial salir de la actual subejecución de la inversión pública, no tanto por su peso relativo sobre el total de la inversión (quinta parte del total o 5% del PBI), sino porque la ejecución de inversión pública primero es funcional a la inversión privada (21% del PBI) al complementarla, sino y sobre todo porque una menor subejecución afecta favorablemente las expectativas de los inversores, y como sabemos en general, una mayor inversión no solo afecta el PBI por el lado de la demanda actual, sino intertemporalmente también, pues define capacidad productiva futura al aumentarse stock de capital. Y para esto, ¿qué medidas proponemos?

El proceso de gasto de inversión comienza con 1. Definición de un perfil. 2. Estudio de factibilidad. 3. Elaboración de expediente técnico. 4. Licitación, y 5. Gasto. Nos preguntamos: ¿todos estos pasos son únicos para cualquier proceso o debería haber casos en los que se simplifique la secuencia? Ejemplo, en una zona rural donde se necesita un nuevo colegio, dado lo obvio, ¿cuál es el sentido de hacer un perfil? Simplifiquemos el Sistema Nacional de Inversión Pública. Por otro lado, simplifiquemos también los procesos de compras y adquisiciones, constituyendo una central de compras, conformada por funcionarios adecuadamente remunerados, que establezca tipología y rangos de precios de bienes y servicios que regularmente el Estado adquiere todos los años, sujetos a actualizaciones bianuales, y con ello se solucionaría uno de los nudos gordianos, en los procesos adquisitivos estatales. Y para evitar discontinuidades en la inversión pública, se necesita anticipar proyectos ya licitados y/o por licitar.

Por el lado de los ingresos, dada la actual caída libre de los ingresos fiscales, se debe detener el actual proceso de reducción de Impuesto a la Renta, puesto que estos casi S/. 5,000 millones anuales, que es más plata en el bolsillo privado transferido desde el Estado, no ha revertido ni la desaceleración del consumo ni la caída sostenida de la inversión privada, en tanto consumidores e inversores están en una estrategia de wait and see.

Si bien hay un acceso limitado al Fondo de Estabilización Fiscal (FEF) por la actual caída de los ingresos fiscales según la Ley de Responsabilidad y Transparencia Fiscal, se requiere elevar la presión tributaria actual del 17% al 19% cuando menos, al ser este último el promedio latinoamericano, y esto implica para comenzar si de aumentar la base tributaria se trata, el tener que hacer más ciertos los beneficios de ser formal y reducir los costos de constituirse como tal. Incidir solo en esto último a punta de reducciones de tasas impositivas, dejando lo demás igual, solo hará como hoy que suba el déficit fiscal a cambio de nada; es decir, se deja intacto el tamaño del sector informal (55% del PBI actual).

El BCRP ayudaría mucho si reduce sustantivamente el ritmo de pérdida de posición de cambio US$ 10,000 millones en lo que va del año, estableciendo además que todos los adeudados al exterior estén sujetos a encaje sin excepción. Debería acelerar la desdolarización del sistema bancario (31%) de los créditos no es poca cosa que las deudas en dólares de las firmas (la mayor parte con ingresos en soles) representen el 17.7% del PBI. La desdolarización facilitaría una mayor flotación del tipo de cambio.

Finalmente, estas acciones sugeridas por el lado de la política macro facilitarían una paulatina recuperación de la actividad económica, esto en contraposición a los economistas que señalan que no se toque la macro. Señores, la ley de Say no opera.

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